CÍNICOS
Por
RAFAEL NIETO LOAIZA | Publicado el 30 de marzo de 2014
Fuente:
www.elcolombiano.com
En un país donde los cínicos abundan, los campeones son las
Farc. Pero no solo porque mienten descaradamente. Recuerdo rápido tres mentiras
monumentales y recientes: negaron el intento de asesinato de Fernando Londoño,
su responsabilidad en la masacre de los diputados del Valle del Cauca y la
tenebrosa bomba en el club El Nogal. En todos los casos se probó, fuera de toda
duda, su responsabilidad.
Ocurre que el cinismo es consustancial a la doctrina política
de la guerrilla. El marxismo leninismo del que se alimenta está construido
sobre las premisas de que el fin justifica los medios y de que no solo es
lícito sino que es indispensable combinar todas las formas de lucha para
alcanzar el poder. Con semejantes pilares éticos, mentir sin sonrojarse no es
solo posible sino un deber. Para quien asesina a placer el embuste es una
nimiedad.
Pero la cosa no acaba con ser mendaz. La trampa, el engaño y
la calumnia son el desarrollo normal del cínico. Es de antología la respuesta
de las Farc ante la tortura y asesinato de dos policías a los que secuestraron
desarmados y de civil.
Primero, impúdicos,
dicen “lamentar la trágica muerte” de los dos policías y, caraduras, se atreven
a “hacer llegar su voz de aliento a sus familiares y compañeros”. Después,
procaces, justifican el asesinato diciendo que los guerrilleros secuestradores
estaban “acosados por helicópteros artillados y múltiples patrullas [y] se
vieron obligados a proceder contra ellos”. Y para justificar matarlos a palos y
degollarlos, agregan con desvergüenza absoluta que debieron “cuidarse de no
emplear armas de fuego por razones de seguridad”. La verdad es que, según el
director de Medicina Legal, las necropsias muestran “múltiples lesiones en
diferentes partes del cuerpo, con diferente intensidad, lo que les produjo
intenso dolor. No hay duda de que presentaron signos de tortura”.
Ver a los criminales “lamentando” sus asesinatos y dando voz
de aliento a quienes sufren por los mismos produce indignación profunda. Que
excusen el homicidio cuando podían liberarlos, como obliga el derecho
internacional humanitario, rabia. La defensa de la tortura “por razones de
seguridad”, ira profunda.
Pero si no fuera el
colmo, las Farc se vienen contra quienes han criticado su conducta y terminan,
en el súmmum de las falacias, haciéndolos responsables de la violencia que
ellos cometen. Dicen los angelitos que negocian en La Habana que “no faltan las
voces enfermizas que ante estas situaciones lanzan las más rabiosas diatribas y
llamamientos al odio y a la guerra. Estos son los responsables del desangre que
padece nuestra nación desde hace décadas”. Para las Farc los culpables de la
violencia no son ellas, que llevan 40 años dedicadas a matar, aterrorizar y
secuestrar civiles, inocentes y personas inermes, sino quienes se atreven a
criticarlas. Obscenidad descarada.
Y el remate vino más tarde cuando las Farc agregaron que no
nos podemos quejar porque las reglas de juego son las de negociar en medio del
conflicto y añaden, con apoyo de algunos académicos y políticos que se debaten
entre la idiotez útil y la complicidad, que la solución sería un cese al fuego
bilateral.
Lo que no dicen los serafines es que una cosa es el conflicto
y otra muy distinta los crímenes de lesa humanidad y de guerra que cometen sin
cesar. No hay conflicto que justifique la barbarie. Tampoco dicen que la trampa
del cese al fuego bilateral es que convierte todo el país en una zona de
distensión, caguaniza todo el territorio nacional, al hacer imposible la acción
de la fuerza pública contra los bandidos.
El Presidente, mientras tanto, solo atina a decir que sueña
con ver a los “representantes de las Farc sentados en el Congreso” y con “pasar
navidades con un proceso de paz firmado”. Así que el diálogo seguirá. Ya Santos
dijo que solo “haría explotar el proceso […] un atentado a una figura
importante”. Nos queda claro y fuera de discusión que para él un uniformado
torturado y asesinado fuera de combate no lo es.
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