PARA DÓNDE VAN LA FARC?
- Plinio Apuleyo Mendoza
Si el Gobierno
llegara a aceptar las condiciones que pretenden, las Farc tendrían abierto el
camino del poder a la manera patentada por Chávez.
Sí, ¿para dónde van?
El Gobierno cree saberlo. Y muchos colombianos, detrás de él, piensan que las
Farc, severamente golpeadas, pueden aceptar el fin del conflicto armado si son
eximidas de castigos penales y si tienen opción de llegar al Congreso con sus
‘Timochenko’ e ‘Iván Márquez’ a la cabeza.
Se trata, creo yo, de
una ilusión engañosa. Las Farc van mucho más lejos. Desde hace algunos años, y
por inspiración de ‘Alfonso Cano’, se han trazado una exitosa estrategia
política que compensa de sobra los golpes sufridos por ellas en el campo
militar. El punto de partida de esta estrategia fue su llamado Plan Renacer.
Descarta la toma del poder por la vía de las armas para sustituirla por otra,
secreta y más eficaz, que es la captura del Estado, lograda en el continente
por movimientos de su mismo perfil ideológico ligados al socialismo del siglo
XXI.
El papel fundamental
de esta estrategia no gravita ya para las Farc en su aparato armado, sino en
estructuras políticas clandestinas como el PC3 y el Movimiento Bolivariano por
la Nueva Colombia (MB), transformado ahora en la Marcha Patriótica. No
olvidemos que estos sigilosos brazos políticos les han permitido a las Farc una
hábil infiltración en el Poder Judicial, los sindicatos, las universidades y
las comunidades indígenas. Peligrosa realidad ignorada por la opinión pública y
hasta por el propio gobierno.
Ahora bien, el punto
culminante de esta nueva estrategia es precisamente el actual proceso de paz.
En torno a él hay algo inquietante. Las fuerzas democráticas del país se
encuentran divididas en un candente debate que no les permite ver las secretas
cartas de las Farc. De un lado se ubican quienes consideran moral y legalmente
imposible dar indulto y participación política a los responsables de crímenes de
lesa humanidad. Y del otro lado, el Gobierno y los partidos que lo apoyan, para
quienes una justicia transicional (con extrañísimos subterfugios jurídicos
capaces de eximir reales penas) es la única vía para poner fin al conflicto
armado.
¿Se conformarían las
Farc con el indulto y curules en el Congreso? No seamos ingenuos. Alfredo
Rangel, en un cuidadoso estudio, muestra todas las estrategias que están
aplicando las Farc en La Habana. Por una parte, pretenden modificar las
estructuras de poder regional a través de un nuevo mapa productivo, con
limitaciones a los TLC y a la explotación minera, y sobre todo con la creación
de zonas de reserva campesina bajo su control. A tales iniciativas buscan
darles soporte con los llamados foros temáticos y asambleas populares
integradas por organizaciones bajo su influencia.
Finalmente, su más
peligrosa petición, vista como culminación del proceso, sería una posible
reducción de nuestras Fuerzas Armadas a tiempo que las Farc dejan en veremos la
entrega de sus armas. Lo que buscan, pues, es en definitiva una fuerza igual a
la del Estado.
Si el Gobierno llegara a aceptar tales condiciones, las Farc
tendrían abierto el camino del poder a la manera patentada por Chávez. Con
estos nuevos instrumentos en su mano, que fortalecerían su presencia en todas
las regiones del país, tan solo les bastaría para lograr su máximo objetivo una
coyuntura electoral favorable. Y, cuidado, pueden tenerla el próximo año. Si el
candidato uribista es Pacho Santos (el de mayor opción en las encuestas
internas), la pugna entre él y su primo Juan Manuel dejaría apático a un amplio
sector de la opinión pública, circunstancia muy favorable para un candidato
único de la izquierda. Y por tranquilizadora que fuera la imagen de este
último, detrás suyo estarían todos los amigos de las Farc, además de los Maduro
y los Castro. Sería para ellas un camino abierto hacia el socialismo del siglo
XXI.
Bonito fin del conflicto armado, ¿verdad?
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