Retos para
la nueva cúpula Militar
Por Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido recuperado en: http://www.luisvillamarin.com/defensa-nacional-y-seguridad-nacional/919--retos-para-la-nueva-cupula-militar.html
El sorpresivo relevo de los generales Navas, Mantilla,
Pinilla y el almirante García, pocos días después de la payasada de Santos con
su delfín disfrazado de soldado de Fuerzas Especiales, durante el más
importante desfile militar; al mismo tiempo que el fingidor mandatario se
sobraba en alabanzas para “la mejor cúpula militar de la historia colombiana”,
se sugiere a los generales Barrero, Rodríguez, León y el almirante Wills, que
analicen tales hechos, por razones tan simples como estas:
1. Quien no es leal con quienes lo llevaron y lo han
sostenido en el inmerecido cargo, tampoco será leal con quienes nombró para sacar
del camino a sus antecesores.
2. Desde 1992 existe un vergonzoso e
insoluto problema de nivelación salarial de militares y policías, el cual es de
pleno conocimiento de Santos, pues para desgracia de las tropas este personaje
ha pasado sin pena ni gloria, y no ha hecho nada por solucionar incoherentes
trabas en torno un derecho legítimo de militares y policías, máxime que
Santos fue ministro de Hacienda, de
Defensa y ahora presidente, es decir los tres cargos más sensibles y cercanos a
la solución del problema.
3. Así como Santos se auto elogió y se
apropió de la genialidad de la Operación Jaque para proyectar su marrullera
carrera presidencial, y de paso desconoció a los verdaderos cerebros y actores
de la audaz maniobra aeroterrestre; también se ha auto declarado el mejor
ministro de defensa de la historia y el más amigo de los soldados a quienes a
diario deja al garete, como se evidencia en los desgastados e improductivos
conversatorios en La Habana con los jefes terroristas.
4. Para el efecto Santos ha recurrido a
todos las payasadas posibles, por desgracia toleradas por la cúpula saliente y
algunos de la entrante, tales como disfrazar al hijo de lancero, luego de
fuerzas especiales y como cualquier dictadorzuelo africano llenarlo de medallas
y aditamentos inmerecidos en el uniforme.
El 9 de abril ordenó sacar hasta la Escuela Militar de
Cadetes a hacer la pantomima del respaldo popular a su embeleco de paz, al lado
de todos los funcionarios de ministerios, institutos descentralizados y
alcaldía de Bogotá, a quienes además les dieron día libre, pagado por los
contribuyentes, algunos de los cuales cometieron la irresponsabilidad histórica
de elegir a Santos.
Aunque no le
funcionó la traida del Papa a Colombia para que bendijera y avalara su vanidosa
pretensión de Premio Nobel de Paz, Santos no se refiere al espurio fallo de La
Haya contra Colombia, porque sabe que al hacerlo lo tildarían de guerrerista y
se le podría escapar el también inmerecido galardón internacional y desde luego
su ansiada reelección.
Cuando se creía
que en Colombia habían quedado atrás las tránsfugas marrullas de López Michelsen, o las grotescas patanadas de Carlos Lleras, o
las debilidades de carácter de los dos Pastrana, o la politiquería barata de
Samper y Gaviria, o la estulticia de Belisario y Barco, la aristocracia criolla
convencida de su destino manifiesto y mesiánico, resucitó un camaleón, que
parece acomodarse a todas esas nefastas características de sus antecesores,
acorde con las circunstancias que favorezcan su ego.
El núcleo
preocupante del problema, es que por medio de artilugios, componendas con los
gobiernos comunistas de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Ecuador, Brasil, Uruguay y
Argentina, las Farc se están saliendo con la suya en La Habana; a pesar de las
constantes derrotas militares que sufren sus cabecillas intermedios, obra de
los soldados no de la presumida genialidad de Santos.
En 1997, los
terroristas Luis Merino de El Salvador y Narciso Isa Conde de República
Dominicana, se reunieron en Tirofijo en el Caguán, para transmitirle el
pensamiento de Fidel Castro, frente a la intención de los terroristas de
iniciar “conversaciones de paz” con quien relevara al desprestigiado y cínico
gobierno de Samper.
En sus memorias
recientemente publicadas por un funcionario oficial de la dictadura cubana,
Merino hace hincapié en que la orden de Fidel a todos los comunistas del
hemisferio era unirse en torno a Chávez en Venezuela, que les daría muchos
petrodólares para financiar la propaganda y el terrorismo comunista, y desde
luego hacer un bloque conjunto para presionar la paz en Colombia.
Pero no la paz de la desmovilización de las
Farc, sino un esquema similar con el que en la actualidad, desde La Habana los
bandidos manipulan a De la Calle y su combo de mudos compañeros.
Una paz basada en la
desarticulación progresiva de las Fuerzas Militares con la creación de un
ministerio de seguridad para policías dirigidos por civiles; el perdón total a
toda la barbarie narcocomunista, el enjuiciamiento de todos los militares que
los combatieron, la entrega de zonas liberadas de producción agrícola donde los
comunistas puedan continuar el desarrollo de las etapas superiores de la
revolución socialista del siglo XXI, al estilo de la actual Venezuela.
Quiera Dios que los generales Barrero, Rodríguez, León y el
almirante Wills, den la lectura adecuada a esta realidad y preparen las Fuerzas
Militares para evitar esa catástrofe histórica, política y moral de la
institución armada.
Si embelesados en
la guerra y en las marrullas de Santos con elogios y golpes arteros a traición,
olvidan lo fundamental que es la existencia de la soberanía nacional, soportada
por sus Fuerzas Militares, las consecuencias serán fatales para Colombia.
A manera de
sumario, es pertinente recomendar a los actuales altos mandos militares:
1. Oponerse a la creación del Ministerio de
Seguridad, pues la solución es militarizar la policía y convertirla en una
cuarta fuerza militar, o crear un cuerpo de carabineros y desarmar todos los
cuerpos de policía que usan fusiles, helicópteros de guerra o cumplen misiones de
combate; y entregarles bastones y algunos de ellos armas cortas para combatir
delincuencia urbana. No se puede admitir un cuerpo armado con capacidad de
combate como rueda suelta, ajena a las Fuerzas Militares y al vaivén de los
politiqueros de turno.
2.
Centralizar la inteligencia operacional en las Fuerzas Militares. El
reiterado cuento mediático de “exitosa operación contra las Farc con
inteligencia de la policía y bombardeo de la Fuerza Aérea”, no solo desvirtúa
la función constitucional de la Policía Nacional, sino que pone en entredicho
la idoneidad de las Fuerzas Militares, en medio de un ambiente de celos
profesionales y protagonismo mediático, del que el general Naranjo salió
diplomado con tesis laureada.
3. Activar una escuela de Geopolítica a al
cual vayan todos los oficiales superiores a estudiar los fenómenos inherentes a
la situación interna y externa de la actualidad.
4. Estructurar los cursos de inteligencia
estratégica, pues es algo que necesitan los oficiales superiores para ejercer
altos cargos de comando, y también, los ministros civiles de defensa, los
cancilleres, los embajadores, los cónsules y los agregados militares y de
policía.
5. Fortalecer la defensa aeronaval del
Caribe Colombiano, pues las pretensiones de China, Rusia, Brasil y Venezuela
van en serio contra el Archipiélago San Andrés, la plataforma continental
colombiana y nuestro mar territorial.
6. Escribir la memoria histórica con
valoración científica social del conflicto y elaborar cientos de audiovisuales,
libros, revistas, y documentos electrónicos acerca del terrorismo comunista
contra Colombia.
7. Desempolvar todos los archivos de
inteligencia e instaurar todas las denuncias penales y demandas a que haya
lugar contra el Partido Comunista y sus cómplices de las Farc por el genocidio
sistemático de campesinos y demás barbaridades contra los colombianos.
8. Fortalecer los medios de defensa jurídica
de los miembros de las Fuerzas Militares.
9. Incrementar la instrucción en todos los
niveles del mando, acerca del
conocimiento de los alcances, objetivos y métodos del Plan Estratégico de las
Farc.
Como se puede
inferir de estas tareas se desprenden muchas misiones más, todas encaminadas a
blindar las instituciones militares de la audacia de los comunistas y de la
impredecible lealtad o mejor del impredecible concepto de la lealtad que tiene
Santos con los militares que lo llevaron y lo han sostenido en los cargos de su
vanidosa carrera política, a partir de cuando el entonces presidente Uribe
cometió el imperdonable error histórico de nombrarlo Ministro de Defensa, a
sabiendas de su camaleónica personalidad.
A manera de
epílogo, se recuerda a los señores generales y al almirante Wills que Sun Tzu,
puntualizó:
“El buen general
sabe que hay caminos que no se deben recorrer, batallas que no se deben
enfrentar y órdenes del soberano que no se pueden cumplir”.
El juicio de la
historia es inexorable. Con reelección o sin ella, Santos pasará a la historia
con similares niveles de mediocridad a Marroquín, Pastrana, Samper o Gaviria;
pero Colombia siempre necesitará unas Fuerzas Militares sólidas, cultas y
capaces de salvar la república cada vez que los politiqueros de turno,
pretendan entregar el país a los violentos, en aras de su figuración personal,
su insatisfecha e ilimitada vanidad y la creencia de la superioridad de sangre
sobre el resto de los mortales.
El reto es muy
grande. Total que manos a la obra.
Coronel Luis Alberto Villamarin Pulido, Ejército de Colombia.
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