miércoles, 12 de septiembre de 2012

PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA



Disyuntiva de la Paz.

Por: Mayor General Ricardo Rubianogroot Román.
Centro Colombiano de pensamiento político militar. Magister en Seguridad y Defensa Nacional.


Por ser este acontecimiento transcendental y significativo para la historia futura del país, para estos días el comentario habitual entre personas de todo nivel, en las noticias en medios escritos y hablados, los editorialistas, articulistas especializados y con conocimiento, los expertos y aun los que no dominan el tema, pero que desean opinar, están centrados en el proceso de paz.

Quisiera tener el poder de escudriñar en los pensamientos íntimos de las personas que claman por este proceso y conocer si han profundizado sobre su significado y la dificultad de su logro, pero, por encima de todo, sobre sus implicaciones y alcances, que sin duda afectarán a cada uno de los Colombianos, en mayor o en menor medida, pero todos sin distingo, tendremos que asumir las consecuencias de lo que un proceso de esta magnitud presupone.

En mi entorno y entre las personas que como yo tenemos la vocación y hemos consagrado nuestra vida al servicio de nuestro país, al percibir y entender que la voluntad de sentarse en la mesa de las negociaciones ya es una realidad y una decisión de gobierno, se formulan ideas, disimiles acaso, pero siempre enfocadas y encaminadas a buscar lo mejor para nuestra Patria.

Invito a que, ante este escenario y nuevo intento, procuremos acertar con el concurso de todos para que las condiciones que ostentamos actualmente al interior de nuestras Fuerzas Militares no cambien desfavorablemente, que el pie de fuerza de nuestras Instituciones sea apropiado para preservar la seguridad interna y externa de la Nación, que la Justicia aplicada a nuestros hombres, sea precisamente eso y se ejerza con templanza y moderación, sin intenciones de vindicta, con imparcialidad, rectitud y probidad, con sentido de equidad y legalidad y con la severidad que corresponda a la conducta seguida por nuestros hombres y nunca con prerrogativas, dispensas y excesos entregados a nuestra contraparte, que el accionar de nuestros hombres sea juzgado por la jurisdicción apropiada, con un fuero que permita actuar a nuestros militares con tranquilidad y con la convicción de que su desempeño será evaluado por expertos y conocedores del entorno operativo en que actúan los militares, que las condiciones sociales en cuanto a remuneración, salud y vivienda de nuestros hombres no cambien para entregar privilegios a quienes han azotado abusivamente a nuestros ciudadanos, a nuestros pueblos, a la infraestructura y han impedido que el país sea mejor.

Los “dolientes” que van a trabajar en este proceso, enfocados a defender nuestro futuro y el de nuestras familias, deben ser apoyados y asesorados inteligentemente.
Es el momento de destinar nuestras energías, nuestro conocimiento, nuestra experiencia y nuestra fe, a lograr el mejor futuro para activos y retirados e impedir que nuestras condiciones institucionales y prestacionales se vean afectadas y que nuestros valores y principios se vean mancillados. Ya es una decisión de Gobierno, acertada o no, la historia nos dar la respuesta, entretanto trabajemos y procuremos conservar el honor de nuestras Fuerzas Militares y que se den las condiciones sin deteriorar lo que a pulso y con firmeza hemos logrado.
                                                  

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