Disyuntiva de la Paz.
Por: Mayor General
Ricardo Rubianogroot Román.
Centro Colombiano
de pensamiento político militar. Magister en Seguridad y Defensa Nacional.
Por ser
este acontecimiento transcendental y significativo para la historia futura del
país, para estos días el comentario habitual entre personas de todo nivel, en las
noticias en medios escritos y hablados, los editorialistas, articulistas
especializados y con conocimiento, los expertos y aun los que no dominan el
tema, pero que desean opinar, están centrados en el proceso de paz.
Quisiera tener
el poder de escudriñar en los pensamientos íntimos de las personas que claman
por este proceso y conocer si han profundizado sobre su significado y la dificultad
de su logro, pero, por encima de todo, sobre sus implicaciones y alcances, que
sin duda afectarán a cada uno de los Colombianos, en mayor o en menor medida,
pero todos sin distingo, tendremos que asumir las consecuencias de lo que un
proceso de esta magnitud presupone.
En mi
entorno y entre las personas que como yo tenemos la vocación y hemos consagrado
nuestra vida al servicio de nuestro país, al percibir y entender que la
voluntad de sentarse en la mesa de las negociaciones ya es una realidad y una
decisión de gobierno, se formulan ideas, disimiles acaso, pero siempre
enfocadas y encaminadas a buscar lo mejor para nuestra Patria.
Invito a
que, ante este escenario y nuevo intento, procuremos acertar con el concurso de
todos para que las condiciones que ostentamos actualmente al interior de
nuestras Fuerzas Militares no cambien desfavorablemente, que el pie de fuerza
de nuestras Instituciones sea apropiado para preservar la seguridad interna y
externa de la Nación, que la Justicia aplicada a nuestros hombres, sea
precisamente eso y se ejerza con templanza y moderación, sin intenciones de
vindicta, con imparcialidad, rectitud y probidad, con sentido de equidad y
legalidad y con la severidad que corresponda a la conducta seguida por nuestros
hombres y nunca con prerrogativas, dispensas y excesos entregados a nuestra
contraparte, que el accionar de nuestros hombres sea juzgado por la
jurisdicción apropiada, con un fuero que permita actuar a nuestros militares
con tranquilidad y con la convicción de que su desempeño será evaluado por
expertos y conocedores del entorno operativo en que actúan los militares, que las
condiciones sociales en cuanto a remuneración, salud y vivienda de nuestros
hombres no cambien para entregar privilegios a quienes han azotado abusivamente
a nuestros ciudadanos, a nuestros pueblos, a la infraestructura y han impedido
que el país sea mejor.
Los
“dolientes” que van a trabajar en este proceso, enfocados a defender nuestro
futuro y el de nuestras familias, deben ser apoyados y asesorados
inteligentemente.
Es el
momento de destinar nuestras energías, nuestro conocimiento, nuestra
experiencia y nuestra fe, a lograr el mejor futuro para activos y retirados e
impedir que nuestras condiciones institucionales y prestacionales se vean
afectadas y que nuestros valores y principios se vean mancillados. Ya es una
decisión de Gobierno, acertada o no, la historia nos dar la respuesta, entretanto
trabajemos y procuremos conservar el honor de nuestras Fuerzas Militares y que
se den las condiciones sin deteriorar lo que a pulso y con firmeza hemos
logrado.
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