Bogotá, diciembre 5 de 2011
Señor Arzobispo
DARIO DE JESUS MONSALVE
Arzobispo de Cali.
Cali.
Señor Arzobispo:
Al regresar de una finca, donde no llega prensa, tuve oportunidad este fín de semana de leer en EL TIEMPO del día 29 de noviembre, en la página 6, sus declaraciones sobre la operación militar que trajo como consecuencia la muerte de ese MONSTRUO que fue Alfonso Cano, por quien usted reclama por no haberlo “TRAIDO VIVO…..CUANDO SE DIERON TODAS LAS CONDICIONES DE SOMETIMIENTO DE UN HOMBRE DE MAS DE 60 AÑOS, HERIDO, CIEGO Y SOLO” y me quedé aterrado que una persona como usted, importante en la vida nacional y mucho mas en la regional, por su cargo, su investidura y su influencia ante la opinión pública se expresara en esa forma.
Le extraña a usted que el Ejército Nacional hubiese dado de baja en combate uno de los hombres más sanguinarios que ha tenido este país y quien tenía en sus manos, dar todos los pasos para unos diálogos de paz con el gobierno nacional y poder poner fin en esta forma a ese derramamiento de sangre que sacude a Colombia desde hace más de 50 años.
Que poco conoce de la problemática nacional, pareciera que no leyera periódicos y revistas, que no oyera los programas radiales de noticias o los noticieros de la televisión nacional. ¿Por qué no recuerda los diálogos de paz que propició Belisario Betancourt, los que experimentó César Gaviria con Horacio Serpa en Caracas y en Méjico y el despeje que hizo Andrés Pastrana en la zona de distensión por 3 años y medio, incluyendo viaje a Europa de algunos jefes de estos bandidos? ¿Se le olvidó a usted que alias “tirofijo” dejó la silla vacía en San Vicente del Caguán? Es bueno que lea para que no cometa errores garrafales al asegurar que el gobierno no ha hecho nada para lograr los diálogos de paz.
En sus palabras no hay una sola palabra de condolencia con las viudas, hijos y demás familiares de estos MARTIRES DE COLOMBIA, eso no importó para usted, como estoy seguro que tampoco le ha importado, mas de 900 hombres del Ejército, la Armada Nacional, la Fuerza Aérea Colombiana y la Policía Nacional que han caído en los campos minados, todo porque no son de su afecto, pero entonces sí le debiera importar el innumerable número de niños inocentes que han perdido la vida o han quedado como aquellos, mutilados y lisiados de por vida por pisar una mina cuando se dirigían a su escuelita rural, en la misma forma la cantidad de campesinos inocentes que han corrido la misma suerte: amputados sus brazos, sus piernas o perdiendo sus ojos.
Tampoco creo que le han importado las innumerables víctimas de los cilindros que han lanzado contra la población civil a lo largo y ancho de la geografía patria y que las personas de bien seguimos llorando.
A usted, como a PIEDAD CORDOBA, lo mortificó la muerte de ese pobre cieguito, a quien Colombia solo le debe desolación, luto y muertes, que fueron las “cualidades” que lo caracterizaron a lo lago de 30 años o más de violencia con las FARC.
También lo debe tener muy preocupado la captura de ese sacerdote, que recientemente fue detenido en la población de Samaná (Caldas), por ser el ideólogo del frente IX de las FARC que delinque en esa región de la patria. El ideólogo, según lo afirman las autoridades, de los hombres que se dieron el lujo de decapitar a los soldados de Colombia y luego jugar balompié con sus cabezas al mando de Karina. ¿No lo recuerda?
Espero que haya tenido la oportunidad de leer la columna de Poncho Rentería el día miércoles 30 o jueves 1º. de diciembre, en la cual se enorgullece de haber sido un soldado de Artillería y donde le dice a usted que él si sabe que es una patrulla, término que usted desconoce por completo.
En la misma forma, creo que debió leer la columna de María Isabel Rueda, en el periódico de ayer domingo. ¿No cree que ellos tienen razón cuando se refieren en forma despectiva a usted?
Culpa usted al gobierno de estas 4 muertes cuando dice: “La infinita frustración que nos sigue dejando el manejo gubernamental de la situación de los secuestrados, enmarcándolas en estrategias de debilitamiento y exterminio del adversario, hay que cambiarla en esperanza de libertad, centrando el interés no en la guerrilla, sino en la vida de estos servidores y en el sufrimiento de sus familias” y agrega: “que es hora de un acuerdo para acabar con estas sentencias a muerte”. No señor, ni el gobierno, ni las Fuerzas Militares, ni la Policía Nacional han dictado sentencias de muerte contra nadie, ellos son respetuosos del estado de derecho, no se equivoque, deje a un lado su apasionamiento izquierdista y sea más realista al hacer un análisis de estos terroristas y asesinos que diariamente llenan de luto a Colombia.
Espero que mañana martes, cuando todo el pueblo colombiano y muchas personas en el extranjero, marchen para protestar por este genocidio y por la existencia de estos terroristas, usted no se vaya a sentir muy golpeado por el trato que se les dé a las FARC, sus defendidos.
Yo soy un colombiano que desea que todos estos terroristas desaparezcan bien dejando las armas, bien siendo capturados o bien siendo dados de baja, que es en realidad lo que merecen.
Soy un colombiano que llora la muerte de inocentes y de los hombres de nuestra fuerza pública que entregan su vida, para que otros, como usted y yo, también podamos vivir.
MARINO GUTIERREZ ISAZA
Avenida 19 No. 131-40
Bogotá.