Editorial
La distorsión
de la verdad
En
el reciente Informe de la ONG Fundación FOR (Fellowship of Reconciliation), de
los EEUU, que bien merece un profundo análisis, resulta clara la intención de sus
autores de afectar la Asistencia Militar de los Estados Unidos a Colombia, al
demeritar su desempeño en materia de derechos humanos, para lo cual
ladinamente, cuestiona la ayuda al pretender relacionarla con supuestas violaciones
a los derechos humanos y argumentar que dicha asistencia ha sido negativa para
los propósitos para la cual fue creada.
Por
otra parte, el documento demuestra el intenso esfuerzo político que han
adelantado las Farc, sus aliados y militantes no armados, para atribuir los
orígenes y desarrollo de la violencia en Colombia, exclusivamente en cabeza del
Estado y sus instituciones armadas.
Lo que sí es absolutamente seguro, es que de no
existir una estrategia que contrarreste estas acciones, las Fuerzas Militares y
particularmente el Ejército, van a salir muy maltrechas en las negociaciones, particularmente
en su legitimidad. Con este objetivo
de desprestigio, las Farc han obtenido grandes logros a través de un eficiente
aparato propagandístico, apoyado en “estudios e investigaciones” de intelectuales,
organizaciones de izquierda y tendenciosas ONG de Derechos Humanos, que han
escrito su propia versión de lo acontecido en Colombia en los últimos sesenta
años, sustentada en falsedades, calumnias, exageraciones y verdades a medias, que
han sido repetidas permanentemente por su aparato político- ideológico. Esta
estrategia resulta evidente en el reciente estudio de la Fundación FOR, donde
casi todas sus citas y notas bibliográficas pertenecen a los mismos autores, referenciándose unos a otros en sus investigaciones, en un
círculo perverso y malintencionado. Como este informe se han publicado decenas
en los últimos años, cuya clara intención es torcer la verdad de acuerdo con
sus intereses políticos e ideológicos.
El
esfuerzo político de las Farc, siempre presente como complemento de la acción
armada, manejado a través de organizaciones nacionales e internacionales, que
gozan de prestigio y adelantan un trabajo paralelo a las pretensiones de las
Farc está encaminado a establecer una “Comisión de la Verdad” que, en forma
similar a como ha ocurrido en todos los procesos de paz adelantado con
organizaciones terroristas, siempre señalará al Estado y sus fuerzas de
seguridad como los responsables ante la historia, mientras que sus acciones
terroristas se minimizan y exculpan y presentan como necesarias o altruistas.
Como un modelo estandarizado, producto de todos los
procesos de negociación, lo que se asumió como compromiso del Estado, desde los
preacuerdos, fue la forma unilateral de hacer la depuración de la FFAA, por lo
que resulta cierto, como lo afirma persistentemente el Gobierno, que en la mesa
de diálogos de La Habana no se negociarán las FFMM; lo fueron previamente con
el argumento de que deben transformarse para enfrentar los nuevos retos del posconflicto.
En forma similar a como ocurriera en otras naciones,
las primeras transformaciones, esas que actualmente se planean y adelantan, no
deben inquietar extraordinariamente a aquellos a quien se dirigen, deben
aparecer naturales y convenientes, y sus promotores en las instituciones
armadas se presentarán a la opinión como personas de avanzada; posteriormente
vendrán las más significativas y revolucionarias transformaciones, cuando ya se
haya perdido la capacidad de reacción. Las reformas y reestructuración parecerán
surgir del interior y haber sido adoptadas por las propias fuerzas. Nunca ellas
fueron una imposición ni obedecieron a una estrategia oculta; por supuesto,
nada de ello se negoció en La Habana.
¿Cuál ha sido la estrategia de los grupos
terroristas? Crear todo un escenario respaldado en investigaciones de sus aliados, para
mostrar una Fuerzas Armadas causantes de la guerra, violadora de los DDHH y del
DIH y, de esta forma, condicionar al Mando, a los organismos de control, al
Legislativo a adoptar las medidas necesarias para depurarlas, castigar a los
corruptos y violadores de los DDHH. Adicionalmente, buscan demostrar que existe
una política sistemática de la institución en la ejecución de delitos de lesa
humanidad, con el fin de involucrar a los mandos en los altos niveles y, en últimas,
buscar un cambio estructural en las Fuerzas Armadas de Colombia.
A este respecto, el Estado colombiano muy poco o
casi nada ha realizado para contrarrestar esta manipulación de la verdad; la
iniciativa la han tenido los intelectuales e ideólogos de izquierda, que han
contribuido con los grupos armados, como una forma de lucha bien estructurada, a
crear su propia versión de los hechos y mostrar una historia distorsionada y
envilecida que invierte las cargas, los valores y deforma la realidad.
El Gobierno y las Fuerzas Armadas no han sido lo
suficientemente dinámicos y proactivos para contrarrestar este esquema de lucha
propuesto por las agrupaciones terroristas, quienes centraron su accionar hacia
el aparato militar extremista, olvidando tomar acción sobre otras formas de
lucha, que a la larga, resultan más eficaces que la misma derrota militar, como
si lo hizo el terrorismo, el que volcó su esfuerzo principal hacia lo político o
aquellas otras formas de lucha que promulgaron desde hace más de medio siglo.
La reciente publicación del informe “Basta ya” y el
informe de cuatro tomos titulado "Huellas
y rostros de la desaparición forzada, 1970-2010”, producido por el Centro Nacional
de Memoria Histórica, organismo adscrito a la Presidencia de la Republica,
puso en
evidencia estas falencias del Estado colombiano. Allí se consigna, una
narrativa de mentiras y verdades a medias, presentadas como una investigación seria,
aunque carentes de todo rigor científico, las cuales fueron difundidas en todos
los estamentos académicos nacionales y del mundo entero, causando gran daño a
la legitimidad y el prestigio de las FFMM desfigurando la historia.
Aunque con mucho retraso, más vale tarde que nunca, el
Comando General de las FFMM, a través de la Escuela Superior de Guerra creó el
Centro de Memoria Histórica de las FFMM, el cual cuenta con un equipo de
expertos investigadores que ha venido trabajando
intensamente, en una tarea ardua y compleja por la dificultad de tener que recopilar
archivos y documentos que ayuden a esclarecer la verdad, este trabajo viene
siendo coordinado con la Comisión Nacional de Memoria Histórica. Se anhela que
este compromiso arroje resultados imparciales y sin carga ideológica, para que
salga a la luz la verdad que tanto esperamos los colombianos y en particular
las Fuerzas Militares.
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