sábado, 17 de noviembre de 2012


Autor: Editorial
Fuente: Diario el Occidente
Fecha: 16/11/2012

Es cada vez más difícil para los colombianos creer en el proceso de paz iniciado con la guerrilla de las Farc y cada vez más difícil para el Gobierno Nacional justificar los diálogos con este grupo armado ilegal, pues con las declaraciones de sus cabecillas y con sus acciones terroristas, la organización subversiva da cada día más razones para desconfiar de su supuesta buena voluntad.

Al aplazamiento, con argumentos poco convincentes, del inicio de los diálogos, que estaba previsto para hoy y fue reprogramado para el próximo lunes, se suma la arremetida terrorista en el Cauca, con el carrobomba en Suárez y los hostigamientos de ayer en Totoró, y las desatinadas y cínicas declaraciones entregadas por los negociadores de la guerrilla al periódico El Telégrafo, de Ecuador.

En declaraciones al medio de comunicación del vecino país los voceros guerrilleros dijeron que “las Farc no están negociando nada, porque nada tienen que negociar”, y reafirmaron que no se desmovilizarán, sino que simplemente prevén dejar las armas si se llega a algún acuerdo con el Estado colombiano.

Es claro que la contraparte del Gobierno Nacional en este proceso no es propiamente un coro de ángeles, y que su actitud hostil, desafiante y cínica era de esperarse, como también era de esperarse su arremetida contra poblaciones indefensas para sobredimensionar su poderío, pero olvidan las Farc que para que los diálogos fructifiquen es necesario que los colombianos los avalen, y para que haya ese aval ciudadano se necesita que la gente crea en las negociaciones, y esa credibilidad no llegará si no hay gestos claros de voluntad de paz por parte de la guerrilla, y hasta el momento no se ha visto el primero.

No es atacando a los olvidados por el Estado como se demuestra buena voluntad y como se le da credibilidad a los diálogos de paz, con ese tipo de acciones y actitudes las Farc están llevando el incipiente proceso a una muerte prematura.

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