¿POR QUÉ SE HACEN LOS LOCOS?
Por Coronel Gentil Almario Vieda
Toda Colombia, su Presidente, el pueblo,
los medios de comunicación, los poderes del Estado saben que las Fuerzas
Militares enfrentan una guerra sin protección jurídica y que la Justicia que
los destroza está en manos del enemigo y sus secuaces, con muy contadas excepciones.
El tema se ha tratado a regañadientes y con sordina en
la televisión, la radio y la prensa escrita, intentando farisaicamente jugar a
todas las bandas al publicar lo que
dicen y escriben quienes no comulgan con el estado de cosas que
están haciendo que el país recaiga en poder de los terroristas de las FARC y el
ELN.
Debe tomarse conciencia de la apología que por la
mayoría de los medios se hace a los bandidos, el despliegue que se da a los
agentes de los terroristas, secuestradores y narcotraficantes. El apoyo que
esos medios dan a miembros de las FARC y
el ELN cuando abierta y descaradamente arengan a los delincuentes alentándolos
en contra del Ejército y del gobierno con el argumento de que todo el mundo es
libre de decir lo que quiera.
No pretendo enumerar la cantidad de afrentas,
injusticias y desafueros de que son víctimas los militares y que conoce la
opinión pública, como son las condenas con testigos falsos o comprados y en
general fabricadas por fiscales y jueces siguiendo consignas manchadas con
ideologías políticas contrarias a los principios que defienden las Fuerzas del
Orden en cumplimiento de la Constitución Nacional.
Es sabido también que el sistema operacional del
Ejército ha sido intervenido en forma tendenciosa y absurda de manera tal que
se favorece al terrorista y se vulnera la protección legal del combatiente que
lucha por la integridad del Estado. Es conocido que el Comando General de las
Fuerzas Militares con la presión y auspicios de un genio que fue Viceministro de Defensa estableció
un compendio de normas que se llamó pomposamente “REGLAMENTO JURÍDICO
OPERACIONAL” que deben cumplir como guía las Fuerzas en combate y que atentan contra el
soldado en su integridad y favorecen escandalosamente al bandolero.
Solo me referiré a una de esas monstruosidades que
consiste en que en acciones de combate el soldado no puede disparar su arma
contra su enemigo sino hasta cuando el bandido lo haya hecho contra él. Esto
solo tiene una manera de entenderlo: debe dejarse matar.
Este demoníaco mamotreto no tiene antecedentes en
Colombia ni en ningún ejército del mundo. Fue producto de
presiones de organismos internacionales como La Cruz Roja Internacional
y otros engendros en su condición de ONGs, favorecedoras de los derechos
humanos de los terroristas. Es oportuno recordar que el militar colombiano no
tiene derechos humanos.
¿Quien en estas circunstancias, adobadas con otras de
igual estupidez, que están en plena vigencia, querrá entrar en combate a
sabiendas de que el Estado no le brinda la más mínima seguridad jurídica?
¿O es que alguien se imagina que el militar no piensa y
no ve lo que jurídicamente se está haciendo con él poniéndolo ante la
alternativa de su sacrificio o su ingreso a La Picota?
Se dice en diversas formas y con palabras diferentes
que la Fuerza Pública está desmoralizada y que es una de las causas por las
cuales la Seguridad Democrática está en retroceso.
El presidente de la República ha dicho que hablar de
desmoralización del Estamento Militar es una afrenta. Cambiémosle el nombre y
digamos entonces que no están desmoralizadas sino desmotivadas que a la postre
es lo mismo.
A pesar de lo dicho tenemos la convicción de que las
Fuerzas Militares están combatiendo a pesar de todo y están mostrando
resultados. Si hubiera la honestidad política y jurídica indispensables para
dar la mencionada protección jurídica al combatiente la guerra ya hubiera
terminado y otra sería la historia.
La guerra no se gana sin el respaldo de toda Colombia y
Colombia es el Pueblo, el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder
Judicial. Desafortunadamente da la impresión de que cada uno de ellos anda por su lado. No existe como Objetivo
Nacional ganar la guerra. Todos los argumentos que se esgrimen al respecto son
para favorecer y apoyar a los terroristas
enemigos del Estado en el logro del objetivo fundamental que no han logrado, de quebrar la voluntad de lucha de sus Fuerzas
Militares.
Todo esto es sabido ampliamente. También se sabe cuál
es el remedio. Entonces ¿por qué se hacen los locos quienes tienen la
obligación moral y legal de poner coto a tamaña injusticia en lugar de todos
los días quejarse como las vírgenes necias a sabiendas del mal que están
haciendo al país en el orden social, económico y moral?
Cor. GENTIL ALMARIO VIEDA.
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