miércoles, 9 de noviembre de 2011

La injusta Justicia

FALSOS POSITIVOS: EL PLATO TÍPICO DE LA COCINA CRIOLLA CON MÁS VARIEDADES.  APRENDA A PREPARARLOS
Por Brigadier General (r) Adolfo Clavijo

Si usted desea preparar un manjar que contribuya sustancialmente a alimentar la desestabilización y a nutrir el caos que reina en Colombia, en especial en el contexto de la administración de justicia, a continuación le sugerimos seis recetas que no fallan. En épocas pasadas existía una más que, por haber entrado en decadencia, no forma parte de este recetario, aun cuando se cita.
                                                                             
1.- Falso Positivo Alvear Restrepo. Tome una masacre de los ‘paras’ (con las de la guerrilla no se meta), multiplique por cuatro o cinco el número de víctimas. Una vez obtenido el resultado, busque igual número de personas dispuestas a colaborarle a cambio de alguna dádiva. A cada una de ellas, convénzala de que hay un militar comprometido en la masacre y que, por lo tanto, debe demandar al Estado y cobrar indemnización por cada víctima, verdadera o ficticia. Instrúyala bien sobre cómo mentir y persuádala a que le dé a usted el poder para representarla. Lleve el plato al horno (Fiscalía – Juzgados) y déjelo allí por dos o tres años. Al sacarlo, tendrá una valiosa comida. Por cada porción podrá cobrar 300, 400 y hasta 500 millones de pesos que le representarán como mínimo un 40% de ganancia.

Restaurantes donde esta receta ha tenido éxito: Mapiripán, La Rochela, Pueblo Bello.

Cliente más asiduo: Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

2.- Falso Positivo ONG. Recolecte los resultados de las operaciones militares. Mediante testigos falsos y testimonios amañados, convierta a cada guerrillero dado de baja en un humilde y honesto campesino, víctima de ejecuciones extrajudiciales del Ejército. Averigüe el nombre de los militares que adelantaron la operación y denúncielos ante la Fiscalía. Repita este procedimiento cada vez que los militares golpeen a la guerrilla. Métale papel periódico al fogón para avivar el fuego de manera que todo el mundo se entere de que hay un militar en cocción. Atice el fuego en forma permanente para que el cocido no se enfríe.

Chefs expertos en la preparación de este plato: Comisión Colombiana de Juristas, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), Asociación de Familiares de Desaparecidos (Asfaddes).

3.- Falso Positivo Fiscalía. Reúna los platos de Falsos Positivos denominados Alvear Restrepo y ONG, cuyo ingrediente principal es carne de militar; póngalos en una olla a presión -que pite bien fuerte, que haga mucha bulla. No olvide adobarlos antes con sus propios falsos testigos y agregarles montajes de pruebas que le den a la nueva preparación un auténtico sabor a delito de lesa humanidad. Recuerde que como se trata de militares o policías, hay que echarles clavo a como dé lugar. Déjelo  calentar durante un tiempo. Cuando esté en ebullición, llévelo al correspondiente Juzgado pero asegúrese de que el Juez acepte sus condimentos y su guisado. En el juzgado, recubra la vianda con versiones falsas de los que negocian penas, sentencias, a cambio de rebajas y de prebendas, incluidas estadías pagas en EE.UU o Canadá.

Vademécums de recetas: Convenio Mindefensa – Fiscalía y Directivas 10 y 19 del Ministerio de Defensa.

Platos más representativos: Palacio de Justicia, Santo Domingo.

4.- Falso Positivo Juzgados. Reciba los ingredientes acusatorios que le pase la Fiscalía sobre militares. Sazónelos con las hierbas llamadas “declarantes falsarios” y “argumentos incongruentes”, que nunca faltan en su cocina. Deles valor concluyente y métalos al horno por 30, 40 ó 50 años.

Nota: No acepte los ingredientes que la defensa quiera aportar.

Tratado para esta receta: “Cómo disponer lo contrario de lo que las evidencias indican, sin que le pase nada”

5.- Falso positivo CIDH. Asegúrese de que los ingredientes para preparar su plato provengan solamente de proveedores de confianza como la compañía Alvear Restrepo y ONG amigas. No utilice los ingredientes que le lleve el Estado. Agréguele a su fórmula dos dosis de humillación al Estado: oblíguelo a pedir perdón en forma pública y a construir un monumento que le recuerde quién es el que manda.  No olvide que por cada plato puede cobrar entre US$300.000 ó US$400.000.

Los platos rotos de este proceso los paga el Ministerio de Defensa con su presupuesto.

6.- Falso Positivo Militar. Esta preparación estuvo de moda en una época. Hizo mucho daño pero, por fortuna, las fórmulas empleadas para eliminarla están dando resultados. La receta tiende a acabarse definitivamente.

7.- Falso Positivo Estado. Para preparar este pastel, tome la Constitución, sáquele los artículos que tienen que ver con la Justicia, refórmelos, cámbielos, modifíquelos o adiciónelos con participación de las tres Ramas del Poder. Tenga cuidado de no afectar los sabores actuales de ineficiencia, ineficacia, incompetencia, sesgo, politización y tardanza aportados por la Justicia colombiana. Someta la mezcla a ocho hervores: cuatro en la Cámara y cuatro en el Senado. Désela a probar al Presidente y difúndala. Al poco tiempo se dará cuenta de que esa receta no sirvió y que causó algunos malestares. Tendrá que preparar una nueva, pero si no cambia los ingredientes o la forma en que los utiliza, el resultado será tan insípido o tan dañino como el anterior.

COROLARIO

La metáfora anterior refleja una realidad nacional muy grave. El conflicto interno colombiano se ha convertido para algunos en una oportunidad más para defraudar al Estado, empleando artimañas que, bajo una máscara de intención altruista, ocultan la realidad de lo que están haciendo, que es algo perverso. En efecto, hay organizaciones que en apariencia están dedicadas a realizar acciones humanitarias o positivas pero lo que en el fondo buscan es obtener descomunales beneficios económicos. Para ello cuentan con tres circunstancias que favorecen su perfidia. Por una parte, con su falta de dignidad y una maquinación delictiva e inicua como es la de explotar situaciones o tergiversar hechos y mancillar nombres con el exclusivo propósito de lucrarse.

Por otra parte, con la inexplicable actitud de la administración de justicia, que en muchos casos falla muy lejos del derecho, según las evidencias conocidas. La tercera circunstancia tiene que ver con la negligencia de la parte del Estado, distinta a la Justicia, que no toma medidas para impedir que ocurra lo que está ocurriendo en perjuicio de colombianos inocentes, de los dineros públicos y de la paz misma por cuanto estos procedimientos dan lugar a la continuidad indefinida del conflicto.    

Se emplea para este análisis la figura de la metáfora para presentar de la manera más explícita posible la situación que se describe, no para que sea soslayada. Por eso se analizan a continuación los eufemismos puntualizados.

1.       El hecho de matricularse como una organización defensora de los derechos humanos -colectivos de abogados y ONG-, para en la realidad urdir fechorías que llevan al Estado a pagar cuantiosas indemnizaciones, como la que acaba de descubrirse en relación con el caso Mapiripán y otros que están por ser develados, es un engaño. Aquí se aprovecha una causa noble para entrar al mundo de la iniquidad. Es un auténtico falso positivo, término acuñado por la izquierda para conculcar al Ejército, pero se les está devolviendo.  

2.       El hecho de pervertir casi todas las operaciones militares para desprestigiar a la Fuerza Pública, como lo hacen algunas ONG que fungen de defensoras de los derechos humanos, y de ahí buscar réditos políticos, ideológicos y económicos es un verdadero oprobio. Es, indiscutiblemente, un falso positivo demasiado infame; se busca hacer enviar a la cárcel a personas inocentes para obtener dádivas mezquinas.   

3.       Cuando la Fiscalía procesa a militares y sesga las investigaciones por razones políticas, ideológicas o intereses sórdidos de otra naturaleza, le está dando forma a un falso positivo. Aparentemente, cumple con su deber pero lo hace  de manera pérfida.

4.       Cuando el Juez de la causa decide fallar en contra de las evidencias y a favor de intereses improcedentes cae en los terrenos de los falsos positivos: aplica justicia pero dejando de un lado la ecuanimidad y la probidad.


5.       Los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos dejan mucho que desear. Siempre sanciona al Estado, incluso en casos en los cuales ya ha procedido la justicia colombiana, como en el caso de La Rochela. Esta Corte, así como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, su instancia superior, deberían ser más diligentes en comprobar las acusaciones, y el Estado colombiano debería, a su turno, ser más acucioso en el nombramiento de los abogados que lo defienden, pues los que lo han hecho hasta ahora siempre han perdido los juicios. La imposición de pedir perdón y construir monumentos alusivos a los hechos es una degradación que sólo favorece a los enemigos del Estado. Entonces, si los fallos de la Corte no están debidamente sustentados en la realidad, pasan a ser fallos incongruentes, por no decir falsos positivos.  

6.       Los falsos positivos militares, que en realidad ocurrieron, ahora, gracias a que los programas y gestiones oficiales que se adelantaron para erradicarlos dieron excelentes resultados, tienden a terminarse; prácticamente ya no se presentan. Por eso no se analiza esa situación.

7.       La Reforma a la Justicia que está en trámite legislativo no corrige ninguna de las graves deficiencias que muestra en la actualidad la administración de justicia. No se necesitaba cambiar o adicionar 28 artículos de la Constitución ni adicionar un nuevo capítulo porque con ello no se corrigen los aspectos relacionados con ineficiencia, ineficacia, parcialidad, politización y lentitud. Se creó una expectativa que tiene cara de falso positivo.

Si el Estado, a raíz de lo que viene ocurriendo en el sector de la justicia, no toma medidas radicales para eliminar las aberraciones que se están presentando, seguimos condenados a tener conflicto por muchos años más. El hecho de no actuar severamente sobre quienes delinquen empleando pretextos que resultan falaces, es perder una de las mejores oportunidades que se han presentado para ir cambiando el rumbo de la confrontación. Ojalá esta omisión no ocurra.


Bogotá, D.C. noviembre de 2011




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