La desaparición forzada
Publicado 21/10/2010 Diario El Otún
Óscar Alberto Díaz García
Permítanme referirme a una clase de desaparición, diferente a la que hoy se conoce y ventila en estrados judiciales nacionales, en medios de comunicación, y en muchos estados del mundo.
Nos dicen las noticias, que Colombia ratificaría los convenios ante la ONU, para dilucidar y juzgar este delito ante instancias internacionales.
De hecho, en nuestro país, la figura ha venido en uso de manera atractiva para los colectivos de abogados, que tan sólo buscan esquilmar las arcas de la nación.
Buscar un par de testigos que juren ante un juez haber visto a Pedrito Palotes rezando en el atrio de una iglesia, y que sostengan que era el mejor ciudadano, antes de que unos uniformados se lo llevaran, acotando que tales uniformados son miembros del Ejército, parece ser suficiente para que un fiscal acoja tales testimonios como prueba, y un juez dicte sentencia condenatoria contra el Estado colombiano.
Además, como objetivo político produce aún mejores resultados; tomemos como ejemplo el caso del coronel Alfonso Plazas Vega, a quien una fiscal y una juez se encargaron de encarcelar por mas de treinta años, aplicándole la figura que no existía cuando los hechos del Palacio de Justicia.
Pero nos preocupa también en grado sumo, las consecuencias de todos estos juicios amañados, que además de condenar a la nación a pagos estrafalarios, estarían llevando a la desaparición de la imparcialidad de la justicia, y también, la desaparición forzada de la moral de la fuerza pública.
El elemento humano, es factor decisivo en el desarrollo de las estrategias del conflicto armado, de la guerra injusta que le ha declarado el narcoterrorismo a Colombia, acompañado del accionar bandolero con disfraz de subversión política.
Con un agravante: los comunistas del eje Cuba-Nicaragua-Venezuela-Ecuador-Brasil, bajo las indicaciones del llamado Foro de Sao-Paolo, se vienen apoyando cada vez con mas fuerza en la seudo-guerrilla colombiana, para desestimular la acción de nuestras Fuerzas Armadas, a través de la guerra jurídica desatada en contra de cada soldado, de cada profesional militar, o policía, que van a los estrados enjuiciados por cumplir con su mandato, con el sagrado deber de la defensa de nuestra soberanía.
Sin embargo, es evidente que en Colombia, los amigos de la libertad soberana somos muchísimos más, que los adictos al socialismo del siglo XXI, el disfraz que usan los obsoletos comunistas de la ex unión soviética.
Hoy, debemos permanecer unidos, para evitar la desaparición forzada de la moral de la fuerza pública, y el traslado de las armas de la República a otras manos.
oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com
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