lunes, 20 de octubre de 2014

TIMOCHENKO, CON BENDICIÓN PRESIDENCIAL
              
Está claro que Santos permite que el capo se refugie y dirija a la organización terrorista desde territorio vecino, una flagrante violación al derecho internacional y una agresión contra Colombia


Por Rafael Nieto Loaiza

Octubre 12 de 2014

Pudo ser un resbalón, pero pareció más bien una trampa. El ministro Pinzón está fogueado en muchas plazas y no es del tipo que pisa las cascaritas que ponen los periodistas. De manera que las declaraciones que dio sobre la presencia de “Timochenko” en Cuba han de ser resultado de una emboscada, típicas en nuestro periodismo. El resultado, en todo caso, fue una tormenta.

Y con razón, porque la presencia del capo de las Farc en La Habana está lejos de ser explicada con suficiencia, por mucho que el Presidente trate de despachar el asunto sosteniendo que es “normal” y “parte del proceso”.

Empecemos por resaltar que al paso que vamos en Cuba terminarán todo el secretariado y el estado mayor de las Farc. A los treinta miembros del equipo de negociación se sumaron hace unas semanas diez guerrilleros más, entre ellos “Pastor Álape”, dizque para compensar la presencia de los militares que en un acto inoportuno y apresurado llevó el Gobierno a la isla. Con ello se hace sumamente difícil golpear militarmente a la cúpula del grupo terrorista (de hecho, hace meses que no se dan tales golpes). Y se le dan unas ventajas adicionales enormes: además del obvio del descanso y la recuperación de sus mandos, les permite planear y dirigir en conjunto y sin riesgos y desarrollar actividades políticas y de relacionamiento tanto internacional como con organizaciones y personas nacionales afines, sin que el Estado tenga siquiera capacidad de enterarse y bajo la mirada cómplice de Fidel y compañía. En paralelo, los problemas de comunicación que tuvieron como resultado de las infiltraciones e interceptaciones de la Fuerza Pública han quedado superados. Más aun, desarrollan actividades de propaganda sin ningún obstáculo. ¿Cómo tolera el Gobierno que Cuba les permita el desarrollo de canales de TV?

Lo de “Timochenko” es aun más grave. Si es verdad que no se suspendieron órdenes de captura porque el capo no estaba en Colombia, y si es cierto, como dice Santos, que él mismo avaló su presencia, dos veces, en La Habana, ¿entonces dónde estaba el guerrillero? Nadie lo duda: en Venezuela. Por tanto, está claro que Santos permite que el capo se refugie y dirija a la organización terrorista desde territorio vecino (una flagrante violación al derecho internacional y una agresión contra Colombia) y que no solo calla y no reclama al gobierno de Maduro, sino que de la omisión se ha pasado a la acción al avalar el hecho. Y haciéndole aun más difícil la tarea a la Fuerza Pública. Al menos para Santos, lo de diálogo en La Habana y confrontación por fuera es puro bla bla bla. Por mucho que diga que “aquí no se ha bajado la guardia ni un solo milímetro”, producir resultados militares sustantivos es imposible cuando la cúpula se encuentra fuera del alcance de la Fuerza Pública (con su aval, Santos protege a “Timochenko”) y cuando se está repitiendo el sonsonete, aunque no sea cierto, de que la paz “está de un cacho”. Vaya y explíquele a un soldado que debe ser el último muerto de una guerra que, según el Presidente, está a punto de acabarse. Y cuando sabe que el Gobierno quiere que los guerrilleros no paguen por sus crímenes y acaben en el Congreso porque “es mejor tenerlos ahí que echando bala”.

Para rematar, la justificación que da es espantosa: “¿Por qué lo autoricé? Así como mis negociadores tienen que ir al Palacio de Nariño a consultarme (…), la contraparte también tiene que consultar sus decisiones”. Pues no, señor Presidente, las Farc no son el Gobierno y “Timochenko” no es usted, por mucho esfuerzo que hayan hecho en tratar de igualar al grupo terrorista con el Estado colombiano. Además, la excusa es falsa: los guerrilleros salen y entran a su antojo de Cuba y pueden reunirse sin ningún problema con el capo en Venezuela. Es más, lo han hecho.

Finalmente, aunque el Gobierno diga que la autorización se hizo “en el marco de la Ley” ¿cuál fue la norma que usaron? La Ley 1421 de 2010, última prórroga con modificaciones de la Ley 418 de 1997, con base en la cual se han hecho todos los diálogos desde entonces, no autoriza en ninguna parte la decisión presidencial.


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UNA MAQUINARIA DE GUERRA CONTRA COLOMBIA.

Timochenko está yendo a Cuba para discutir con jefes del ELN, como asegura el ex guerrillero León Valencia, lo que quiere decir que está trazando planes conjuntos con ellos para lanzar nuevas ofensivas cuyo objetivo es aterrorizar al país.

Por Eduardo Mackenzie
12 de octubre de 2014

El ministro de Defensa no debía hablar pero lo hizo. Juan Carlos Pinzón se ganó una fuerte reprimenda tras haber revelado que el jefe de las Farc, alias Timochenko, había viajado hace poco a Cuba, desde una “nación vecina”. El ministro agregó que ese individuo “ha estado en Cuba y se ha reunido con los voceros de esa guerrilla en repetidas ocasiones”. Al hacer esa declaración, el ministro estaba cumpliendo su deber de advertir a los colombianos  acerca de lo que está ocurriendo en la llamada “negociación” de La Habana. Sin embargo, la reprimenda fue tan fuerte y rápida que el mismo día tuvo que retroceder. Repuso horas después que la controversia desatada era “innecesaria” y que él no haría más comentarios.

Error. Esa revelación, confirmada por otras fuentes, fue muy necesaria y fue, además,  un acto de lealtad con el país. Por eso los voceros de la antipatria lo increparon con rabia. No es sino ver lo que eructó la agitadora comunista Piedad Córdoba contra el ministro.  Y lo que lanzó contra él Roy Barreras, el congresista y teorizador más firme de la impunidad total para los jefes farianos.
Horas después, los medios informaban que, en efecto, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, estuvo en Cuba y que había ido varias veces allá. Lo más sorprendente es que fuentes oficiales confirmaron que el jefe terrorista había estado en ese lugar con el aval del gobierno de Juan Manuel Santos pero que –eso es lo más curioso–, no se había reunido con los negociadores del Gobierno colombiano.

Eso quiere decir que en la capital de la isla-prisión hay reuniones ultra secretas, patrocinadas por Santos y las Farc, pero a espaldas de los negociadores que se suponen están allí para defender la democracia. Timochenko se entrevistó con agentes cubanos y con diplomáticos de Noruega, Venezuela y Chile, países “garantes”, pero le escurrió el bulto al equipo de Humberto de la Calle. A menos de que se haya reunido con alguien pero excluyendo a algunos miembros de ese mismo equipo. Todo el mundo espera que el general Mora hable al respecto.

Conversaciones secretas entre ELN y FARC suceden en Cuba

Ello derrumba la creencia de los falsos ingenuos que creen que lo de la Habana no es opaco y de quienes salieron a predicar, sin que les conste nada, que es “positivo para el proceso de paz que Timochenko vaya a Cuba para agilizar acuerdos”.

¿Agilizar acuerdos? Ante las informaciones de la prensa es legítimo pensar lo contrario: el jefe de las Farc no está agilizando  acuerdos. Éstos no existen, o si existen, como los dados a la prensa por Santos en 64 folios, son un triunfo en regla de las Farc. ¿Acuerdos?  La palabra es inadecuada. Hablemos más bien de capitulaciones. Timochenko está organizando desde Cuba, pues Bogotá se lo permite, nuevos ataques contra Colombia para mejorar las posibilidades de obtener un triunfo rotundo y definitivo en la mesa de conversaciones de La Habana.

Timochenko está yendo a Cuba para discutir con jefes del ELN, como asegura el ex guerrillero León Valencia, lo que quiere decir que Rodrigo Londoño, ante todo, está trazando planes conjuntos con ellos para lanzar nuevas ofensivas cuyo objetivo es aterrorizar al país y sus fuerzas de defensa para quebrar la voluntad de resistencia de todos contra la perspectiva de un cese al fuego bilateral, es decir de una orden que equivale a paralizar a nivel nacional la actividad de la fuerza pública, y para precipitar una perspectiva a corto plazo de un gobierno “de transición” con jefes de las Farc.

Es de anotar que León Valencia concluyó que los viajes secretos de Timochenko a Cuba son para velar “por la vida de las Farc”. ¿Y quién está velando por la vida del país? ¿Santos y Sergio Jaramillo?

Este episodio de la presencia clandestina de Timochenko en Cuba, mientras en Colombia los activistas farianos agilizan la campaña a favor de que Santos ordene un cese al fuego bilateral,  muestra que esas negociaciones son, en realidad,  una verdadera arma de guerra contra Colombia, una arma despiadada pero disfrazada de negociación de paz. Es una acerada maquinaria de guerra, de guerra militar y propagandística, para abusar del anhelo de paz que mueve a las grandes mayorías colombianas.

Con el pretexto de esas negociaciones, la dirección de las Farc puede enviar sus jefes y cuadros a Cuba y probablemente a otros países, para discutir confortablemente su estrategia y tomar decisiones de todo tipo con sus aliados. Es una ventaja enorme la que han conquistado por esa vía, que deja en desigualdad de condiciones a la sociedad, al Estado y al Ejército colombiano. Este último, al mismo tiempo que es urgido, por Santos, a “acelerar” el combate contra las Farc, ve que ese mismo gobierno le permite al jefe de las Farc ir a Cuba a entrevistarse con quien quiere. Esos mensajes contradictorios, perversos, esquizofrénicos,  no pueden tener sino un resultado: sembrar la confusión en las instancias de dirección de la fuerza pública y desmoralizar a los combatientes y a la sociedad en general.

El país acaba de constatar que los negociadores de Humberto de la Calle son simples auxiliares, no verdaderos plenipotenciarios, que siguen un guión que entre Santos y las Farc han trazado, y que el país no puede contar con ellos para sacar adelante en esas negociaciones interminables y oscuras los intereses de las mayorías. Están para confortar un esquema cuyos perfiles exactos y últimos el país sigue sin conocer.

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