La condena al General Jesús Armando Arias Cabrales es una
“ HIJUEPUTADA”
Coronel (RA) Gustavo Laino Moreno.
Cuando el Ejército Nacional rendía el homenaje póstumo a un gran Soldado, al General Luis Humberto Correa Castañeda en nuestra Escuela Militar de Cadetes, varios militares recibíamos la noticia de la condena a treinta y cinco años de prisión al integérrimo General Jesús Armando Arias Cabrales y al unísono se escuchó que esa decisión era una "hijueputada".
Hijueputada es una palabra que no existe en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero en el léxico inelegante militar se conoce como: algo incorrecto o inaceptable.
Todo proceso penal no es más que una controversia, donde por una parte la Fiscalía acusa previa investigación pues le compete la carga de la prueba, otra parte llamada la Defensa que se enfrenta a la acusación, y finalmente está la función de juzgamiento que la hace un Juez, pero en todo el proceso el inculpado espera que haya total imparcialidad, tanto en la etapa inicial de la Fiscalía, como en el neutral juzgamiento.
En el caso del intachable General Arias Cabrales, la hijueputada existe desde el primer momento donde se le sindica por ser el Comandante de las tropas que lograron salvar la democracia en los luctuosos hechos del Palacio de Justicia, acaecidos los días 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando la Empresa Criminal M-19, asaltando a sangre y fuego el templo de la justicia colombiana, pretendió tomar el control del Estado, previo juicio al Presidente de la República, intento de Golpe de Estado que se abortó por la intervención de las diferentes fuerzas legales del Estado, que a pesar de su reacción descoordinada, neutralizó la demencial empresa.
Es una hijueputada todo el proceso porque ni la Fiscalía, ni la Juez aceptaron un sinnúmero de pruebas necesarias para demostrar la inocencia del General y creen erróneamente que hace 25 años existían medios técnicos como internet, celulares etc, para coordinar una operación de tal magnitud y no vetustos radios que normalmente estaban fuera de servicio por la falta de tecnología adecuada, por lo que era imposible mantener el mando y control, con pequeñas unidades, inclusive a pocos metros.
Una hijueputada, porque no existe ningún testimonio que inculpe al General Arias Cabrales, que lo relacione con cualquier delito, ni siquiera que lo refiera con la desaparición de personas, contraviniendo lo que dice la sentencia y se desconoce injustamente testimonios que reconocen el profesionalismo del oficial, en todo momento procurando la recuperación de civiles y de los honorables Magistrados secuestrados y asesinados por el M-19.
Nadie concibe que se ignore, que si hay desaparecidos, lo que no se concibe es lo que pudo suceder, que fue la calcinación total de las víctimas, cuyos residuos se perdieron por acción de las llamas, las altas temperaturas y o por la intervención posterior de bomberos y aseadores, que sin acatar normas modernas de preservación de la escena, removieron, limpiaron, recogieron restos humanos que fueron botados como basura sin intervención de ningún ente investigador.
Es una hijueputada que no acepten ni la Fiscalía ni la Juez, que los requerimientos de la defensa son tan contundentes que echarían por tierra punto por punto de la sentencia.
Hoy la sentencia a treinta y cinco años proferida, no es más que una cadena perpetua para un señor de 75 años de edad, que a pesar de la indefectible inocencia que resultará en el fallo a la Apelación, no deja de ser una hijueputada, el que se haya condenado a un inocente y a los integrantes de la Empresa criminal M-19 se les considere honorables y hasta presidenciables y nadie los juzgue a pesar de la calificación posterior de los hechos como delitos de Lesa Humanidad.
A más de lo anterior, es una hijueputada aplicar delitos que a la época de los hechos no existían; recordemos que internacionalmente se habló de desaparición forzada en el 06/09/1994; y en Colombia hasta el año 2000; entonces a que juega la rama judicial del poder público?, muy seguramente: a condenar a nuestros héroes, por el solo hecho de ser militares.