jueves, 22 de abril de 2010

Colombia llora sus heroes

Joya, Herrera y Lopera, guerreros de las huestes celestes.



Autor: LUIS ALBERTO VILLAMARIN PULIDO
Creada: abril 20 de 2010

Esa es la paga del soldado. Tras incansables jornadas de desvelos, sacrificios, privaciones y estoicismo, puede perecer en cumplimiento de la misión constitucional. Asi son los soldados en la extensión de la palabra: Guerreros dedicados a Dios, a la patria y a la familia.

Eso y mucho mas, caracteriza a los héroes que a diario ofrendan sus vidas para que sus compatriotas disfrutemos de la libertad y que dolor decirlo, para que politiqueros sin norte o programa concreto como sucede en la actual campaña presidencial, jueguen a satisfacer sus apetitos burocráticos electoreros individuales, sin importar ni la sangre derramada por los defensores de Colombia, ni el futuro que merece el país.

Fernando Joya era un hombre justo, caballeroso y moderado. Excelente instructor y como habilidoso comandante de tropas en operaciones era una persona estimada y admirada por sus subalternos.

Con el paso del tiempo sus logros personales y profesionales, lo condujeron hasta el merecido ascenso a general de la república. Su trágico deceso es un golpe artero contra la institución militar, pues Colombia y el Ejército Nacional pierden a uno de los mejores soldados.

Desde alférez Arturo Herrera se destacó entre los compañeros de promoción como un inteligente e ingenioso militar. En todos los grados ocupó importantes cargos y en todos sobresalió por su profesionalismo, devoción patriótica y consagración al trabajo.

Por sus cualidades era el coronel estelar de las tropas comandadas por Joya. Pero como dijera el poeta:"Lo triste es asï"..... Hoy falleció con el camuflado y las botas puestas...

Y así tristemente, los demás héroes fallecidos en el accidente de hoy 20 de abril de 2010, dejan un vacío inmenso en los corazones de sus seres queridos y de la hermandad militar que compartió con ellos el drama de la compleja guerra, tan indiferente para muchos de los beneficiados, como utilizada para usufructos electoreros por todos los impreparados candidatos presidenciales, que por estas calendas prometen lo divino y lo humano, sin siquiera haber delineado un plan coherente de gobierno.

Se podría decir que ese es el precio de buscar la paz para una sociedad convulsa y acéfala. Pero también es el infortunado sino de quien por vocación y convicción ingresa a las Fuerzas de Seguridad del Estado, con el sublime deseo de servir hasta el extremo de entregar la vida, a una sociedad que en ocasiones pareciera ser que ni se gobierna ni se deja gobernar.

Resulta ilógico pero es la realidad, que pérdidas humanas de seres tan valiosos, las mas de las veces pasan indiferentes para esa sociedad que perdió la capacidad de asombro y que al día siguiente de sucedidos los trágicos hechos, olvida o ignora el drama. Solamente las familias de las víctimas guardan los recuerdos y cargan a cuestas con el dolor que les causan tan irreparables pérdidas.

Pero hoy como ayer, los soldados de Colombia acompañan hasta la tumba al compañero caido en cumplimiento del deber y con el alma templada por el acero de la adversidad, retoman el puesto de combate dejado por el soldado que partió de las huestes terrrestres a integrar el ejército celestial, al que Dios padre llama a sus mejores hijos... !Honor que solo merece una minoría selecta!

Joya, Herrera, Lopera y los demás militares fallecidos hoy, dejaron el mundanal entorno de las inequidades para presentarse de inmediato ante el Comandante Supremo del Universo.

Sus sables de oficiales refulgirán con el brillo infinito y sus almas vibrarán de júbilo desde infinita lontanaza, para acompañar a los guerreros colombianos en la dura e incomprendida brega por alcanzar la esquiva paz en nuestra amada patria.

Paz en sus tumbas, gloria a su espiritualidad, honor a su memoria y nuestro voto de solidaria fortaleza moral y espiritual a sus padres, hermanos, esposas hijos y demás familiares.

Que las almas patriotas y grandes de estos soldados separados por la repentina muerte de su adorada patria y su amada familia, acompañen cual centinelas avizores a los seres queridos que dejaron al partir.

Y que Dios en su infinita bondad y grandeza, colme de bendiciones el sendero que van a transitar.

Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido
Analista de asuntos estratégicos



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