Nota de la R. Aunque tiene más de cuatro meses este
documento, sigue siendo vigente y por eso vuelve a circular en las redes.
Me declaro
enemigo de la paz.
*Por: Mario
Javier Pacheco García, Publicado 2:13
p.m, noviembre 12, 2013
Señor Presidente Juan Manuel Santos:
Es más perverso el victimario cuando mayor es la candidez de
la víctima, y Colombia está de regocijo con sus arengas pronunciadas el 11 de
noviembre desde Santa Marta, cuando tildó de enemigos de la paz a quienes no
respaldamos sus acuerdos en Cuba con las FARC
Con Tirofijo se
abrazaron ilusionados López Michelsen, Belisario Betancur, César Gaviria,
Andrés Pastrana y otros funcionarios, que supieron desilusionarse a tiempo, por
la desproporción pedante de las FARC, que nos ofrecía como gracia muy especial
la paz, solo si le entregábamos impunidad para sus delitos, grados en el
ejército, participación política, dominio en territorios determinados y patente
de corso para seguir financiándose con el narcotráfico y el secuestro; entre
tanto, en medio de cada tregua y cada diálogo, Tirofijo, de reconocida astucia,
fortaleció la capacidad militar de los frentes guerrilleros.
Usted, señor
presidente, está obsesionado con el axioma: Acuerdo de paz, igual reelección, y
estableció en La Habana una mesa, no de diálogo, sino de cogobierno, para que
las FARC nos dejen de matonear, ofreciéndoles entre otras dádivas la
posibilidad de ser honorables senadores y honorables representantes, a los
honorables Timochenko, Santrich, Iván Márquez y sus camaradas, por
circunscripción especial, esto es, sin necesidad de competir con los demás
políticos. Tendrán curul propia en el congreso per se, y lo más importante, sin
abandonar sus negocios de narcotráfico y secuestro, porque estos temas los
dejaron al margen desde el principio, al afirmar que: "-No somos
narcotraficantes, ni tenemos secuestrados". Los colombianos no somos
ingenuos, señor presidente.
Usted nos extorsiona queriendo obligarnos a aceptar las
pretensiones guerrilleras, so pena de sumergirnos otro medio siglo en la
violencia.
Usted nos chantajea,
endilgándonos la responsabilidad de la continuidad de la guerra. Usted nos pone
en la situación del ciudadano inerme, cuando el atracador ordena: - O la bolsa
o la vida.
Usted quiere que entreguemos el futuro de Colombia a
delincuentes, a cambio de poder seguir tranquilos el camino. Ante sus arengas
de Santa Marta, no tengo más remedio que declararme enemigo de la paz
fariano/santista, con el siguiente decálogo argumental:
1.- La paz la
queremos, como todos los colombianos, pero no la paz que impone el vencedor al vencido,
¿Cuándo perdimos la guerra? No queremos la paz del matoneo, no la paz del niño
que entrega su lonchera al brabucón, para que no le pegue. No queremos una paz
de derrotados, que esclavice nuestra libertad y nos sujete a los dueños de la
violencia.
2.- No queremos paz
con impunidad y premios para las FARC, por elemental respeto y solidaridad con
madres, padres, hijos, compañeros, esposas y esposos de víctimas de masacres,
desapariciones, asesinatos y torturas de policías, soldados, campesinos, niños,
niñas, voladuras de oleoductos, de puentes, de torres de energía, de collares
bomba, de niños bomba, de ciclas bomba, de secuestros, extorsiones, de
violaciones, sino una paz con justicia.
3.- No queremos una
paz engañosa con quien nos engaña cada vez que le tendemos la mano para
conciliar, ni mucho menos con quien negocia asesinando, porque mientras su
cúpula oligarca dialoga a paso de morrocoy y descansa en yate, bajo el sol del
Caribe, fumando habano y tomando buen ron, sus milicianos asesinaron el 18 de
marzo dos policías, el 31 de mayo asesinaron seis militares, el 25 de agosto
asesinaron 3 soldados en la frontera con Venezuela, el 21 de julio asesinaron
17 militares en Arauca, y el 21 de septiembre ordenaron asesinar a sus
desmovilizados, entre ellos a alias Karina.
4.- No queremos la paz en medio de unas condiciones que usted
defiende de manera simplista: "¿A quién se le puede ocurrir que las FARC
entreguen las armas y se sometan antes del referendo y que después lo
pierdan?" Su "Nada está acordado hasta que todo esté acordado" y
su paz sin tranquilidad, ni seguridad, son un sofisma y un contrasentido, ese
no es nuestro sinónimo de paz.
5.- No queremos esta
paz, principalmente porque no creemos que el Comité negociador tenga la
autoridad necesaria para impartir una orden de desmovilización y cese al fuego,
que sea de verdad cumplida por todos los frentes.
6.- No queremos esta
paz de mentiras, en la que solo se beneficia la cúpula oligarca de las FARC, y
en la que la mayoría de sus milicianos seguirán sembrando de terror la
provincia colombiana, y estaremos igual que siempre, perdón, peor, porque las
FARC tendrán más poder después de este proceso, gracias a nuestra ingenuidad y
estupidez, en aras de su reelección.
7.- No creemos posible
esta paz, porque no creemos que los combatientes de las FARC, dejen las filas
del monte para pasar a las filas de los desempleados, con una hoja de vida sin
posibilidades, cuyo único perfil y experiencia es delinquir. No escamparán la
pobreza almacenando frutas en lugar de secuestrados, ni contrabandeando
juguetes en lugar de armas, ni sembrando arroz en lugar de minas. No podemos
creer en la paz fariano/santista porque los milicianos solo saben sobrevivir
robando y matando; su resocialización no es posible, especialmente porque el
estado no tiene infraestructura laboral para emplear los desmovilizados, ni
para que convivan en comunidad, ni para que respeten unos derechos humanos que
desconocen y que han violentado durante toda su vida.
8.- No queremos una
paz de papel, ficticia, ilusa, canjeada por curules en el congreso, carros
blindados, auxilios económicos, zonas de reserva campesina sin autoridad del
estado, virajes constitucionales hacia el desprestigiado socialismo económico y
político, que propicie hegemonías de izquierda, peores que las de derecha, por
fanáticas, por recalcitrantes, por suprimir derechos humanos y libertades
individuales y por empobrecer países. Esta paz ficticia es muy costosa para
Colombia.
9.- No queremos
impunidad sin justicia, aunque nuestra justicia esté corrompida, y aunque
usted, que sabe de tratos con magistrados, ya nos adelantó una frase magistral:
"la justicia no puede ser un obstáculo para la paz" Usted supo poner
la justicia de su parte; ya le metieron a la cárcel a su más fuerte contendor,
Luis Alfredo Ramos, y no por nada nombró como Ministro de Justicia a Alfonso
Gómez Méndez, de quien dicen algunos desmovilizados, es ficha de las FARC en el
campo judicial.
10.- No queremos un
movimiento que como brazo político de las FARC, consiga votos en nuestros
pueblos a punta de ametralladora; las tales circunscripciones especiales, serán
precisamente en los sitios que los violentos dominan ilegalmente y que ahora
dominarán institucionalmente, bajo el amparo de las leyes.
Al contrario de lo que
usted piensa sobre su axioma, su popularidad solo subió en las encuestas del
Centro Nacional de Consultoría, publicadas en los medios de comunicación que
usted subvenciona, RCN y Caracol, y en el de sus amigos, El Tiempo, El
Espectador y Semana, pero no en otras encuestas.
Ya Darío Arizmendi se
jactó de que el pool de medios gobiernistas influía sobre el 70% de la
población, mientras los medios independientes y regionales tan solo cubrían el
30%, de manera que quien lea y escuche cualquiera de los grandes medios
noticiosos, y no percibe su parcialización, su venalidad, sus intereses, creerá
en el paraíso de la paz fariano/santista y se sentirá culpable de no
respaldarla.
No hay que comer
entero, señor presidente, entiendo su impaciencia para firmar el acuerdo, que a
pesar del país firmará. Me alegra haber escuchado sus arengas de Santa Marta,
porque comprendí qué soy uno de los millones de colombianos que usted llama
enemigos de la paz.
*Historiador, periodista, incorporando DD.HH e historia
local a la educación formal en IE colombianas. http://www.funeducar.net
Ocaña, N de S, Colombia: @mariojpachecog