La silla vacía
Raúl Lombana Hernández
Desde El Caribe Manifiesto, abril 14 de 2012
La no asistencia de Chávez a la cumbre de las Américas que se celebra en Cartagena – Colombia ratifica el fracaso en que se convirtió el viaje intempestivo que hizo el presidente Santos a Cuba con el propósito de sofocar el conato de saboteo a dicha cumbre por parte de los países miembros del Alba.
El polémico viaje hecho por el mandatario colombiano a La Habana fue ocasionado por el fracaso de la canciller colombiana, María Ángela Holguín, en convencer a algunos miembros del Alba en especial a Venezuela, Ecuador y Nicaragua de que asistieran a la Cumbre de las Américas.
El viaje, sin lugar a dudas, se convirtió en un evento bochornoso para Colombia, debido a que los que han sido considerados por Santos como sus mejores amigos le tendieron una trampa al exigir que Cuba fuera invitada a la cumbre so pena de que el bloque del Alba no asistiría. Al final, los tres mandatarios le aguaron la fiesta y echaron al tinaco de la basura los esfuerzos de Santos y su canciller por graduar al presidente colombiano en mediador de grandes ligas.
Ahora bien, comparar la no asistencia a la cumbre de los tres más representativos miembros del grupo del Alba como son, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, con la silla vacía del fallido proceso de paz de Pastrana con las FARC puede parecer demasiado exagerado o un exabrupto, pero lo vivido en Cartagena puede ser una copia al carbón de lo que sucedió en el Caguán cuando alias Tirofijo, en un aire de soberbia, dejó literalmente plantado al expresidente Pastrana en la instalación de los fallidos diálogos de paz.
El desaire de Chávez, por decirlo de alguna manera, puede ser considerado un acto de soberbia en contra del mandatario colombiano. La renuencia a asistir a la cumbre por el simple capricho de que Cuba también debería ser invitada, muy a pesar de que en la cumbre previa a la que se realiza en Cartagena se había dejado constancia de la no participación de países que violen la Carta Democrática Interamericana, es una falacia argumentativa del gobernante venezolano. Peor aún, una cortina de humo para no responder ante la cumbre por sus desafueros en contra de la democracia venezolana.
No se puede ocultar que para Santos, el restablecimiento de las relaciones con Venezuela, que a la luz de la verdad fueron rotas de manera unilateral por el propio Chávez, se convirtió en su caballito de batalla para marcar, según él y sus más cercanos aduladores, distancia de la política exterior del gobierno de Uribe. Con bombos y platillos se celebró el supuesto restablecimiento de las relaciones con el vecino país. Para los más cercanos analistas del gobierno esto fue considerado como un rotundo éxito de Santos, Aún más, en el frenesí de tal logro, algunos contemplaron la posibilidad de postular al presidente colombiano al premio nobel de Paz. Peor aún, para algunos Santos se había convertido en el mediador de talla internacional que podría lograr la paz entre Israel y Palestina, hasta el punto de que su gobierno a través de la cancillería hizo un periplo por el medio oriente con ese loable propósito.
Dicho de otra manera, para el sequito de aduladores de Santos, el restablecimiento de las relaciones con Venezuela lo asemejaron a un proceso de paz entre los dos países. El gobierno, al igual que lo planteado en el entuerto que radicó en el congreso como Justicia Transicional, con un simple apretón de manos entre los dos mandatarios olvidó los agravios y amenazas a que fueron sometidos Colombia y el expresidente Uribe por parte del gobierno venezolano.
Poco le ha importado las acciones previas y posteriores que viene acometiendo el gobernante vecino en contra de los empresarios colombianos y del país mismo.
En la firma del proceso de paz entre Colombia y Venezuela, como lo consideran los cercanos a Santos, no les importaron las causas que llevaron a la ruptura de las relaciones entre los dos países. Peor aún, a pesar de que todavía persisten esas causas, como es la presencia descarada de las FARC en Venezuela con la anuencia de Chávez, han guardado silencio cómplice. En aras, según ellos, de preservar la paz entre las dos naciones han decidido hacerse de la vista gorda y han permitido que las FARC se fortalezcan usando como retaguardia al vecino país.
Por mucho que se esfuerce el presidente Santos por intentar pasar a la historia como un mediador internacional y cuyo logro para mostrar parece ser el restablecimiento de las relaciones con los gobiernos hostiles a Colombia, está muy lejos de lograrlo. La reciente bofetada diplomática que recibió por parte de esos mismos gobiernos ante los cuales postró e hincó la soberanía nacional es una advertencia del rumbo errado en los procesos de paz que cree el gobierno Santos está preparado para llevar a cabo.
Por último, lo que está pasando con algunos países del Alba son bobadas de lo que podría pasar en Colombia por su empecinamiento en querer perdonar a los cabecillas de las FARC a cambio de nada y en detrimento de las víctimas de esa estructura narcoterrorista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario