martes, 24 de septiembre de 2013

LA PAZ A CUALQUIER PRECIO

La radicalización del gobierno de Santos

Por Eduardo Mackenzie
8 de septiembre de 2013


Asistimos en estos momentos a una brutal radicalización del gobierno de Juan Manuel Santos. Nada parecido se había visto en los tres últimos años. Por lo menos tres hechos hacen visible ese extraño y precipitado giro. El primero es el anuncio de que el gobierno está dispuesto a decretar “inmediatamente” el cese al fuego con las Farc “si hay acuerdo de paz” en La Habana. El segundo es el nombramiento de  Alfonso Gómez Méndez como ministro de Justicia. Y el tercero es la ofensiva judicial e intimidatoria, de gran ferocidad, contra el uribismo: encarcelamiento relámpago y absurdo del pre candidato presidencial Luis Alfredo Ramos y, sobre todo, el relanzamiento judicial y mediático de los embustes archí conocidos, y jamás probados, contra el ex presidente Álvaro  Uribe Vélez, para impedir que él y su movimiento lleguen al Senado de la República a comienzos del año entrante. Esta última embestida, aunque emana de ciertos magistrados, cuenta con el aval del alto Gobierno.

Estos tres expedientes están íntimamente ligados pues hacen parte de una misma operación. Y ésta es de hondo calado aunque será ejecutada con gran rapidez. “Está llegando el momento de la toma de decisiones”, advierte el Gobierno. Habrá que creerle.

Esta aceleración y radicalización del proceso se da, paradójicamente, en un momento de creciente impopularidad del gobierno y de auge, por el contrario, de la receptividad de las propuestas del ex presidente Uribe. En cambio, el índice de favorabilidad del presidente Santos (y obviamente su posibilidad de reelección) caen drásticamente en todos los sondeos de opinión. Y ello no es sólo el resultado de la incapacidad del jefe de Estado para responder a las expectativas del agro colombiano.
Ese contexto desfavorable, con huelgas explosivas como telón de fondo, fue el que escogió JM Santos para anunciar que ordenará la parálisis de la fuerza pública si las Farc le firman una vaga promesa de paz. Nunca antes, desde el comienzo de este proceso, en noviembre de 2012, Santos hizo un anuncio parecido.

Esa orden la daría Santos sin que haya de parte de las Farc ni cese previo de sus violencias, ni entrega de las armas. Según Santos, esa entrega de armas vendrá mucho más tarde: “una vez aprobados los acuerdos en las urnas”. Es decir, Santos acepta por primera vez la condición de siempre de las Farc de que el primero en cesar el fuego y en parar toda actividad militar legítima debe ser el Estado “burgués”, el llamado “agresor” de las Farc. Una vez constatado el cese al fuego unilateral, las Farc, cree Santos, entrarán también en cese de fuego. Todo un sueño. 

Estamos pues ante un anuncio inédito que podría terminar en una  grave distorsión del semi-equilibrio militar actual de Colombia. Esa orden se sumaría a la ya larga lista de concesiones formidables que Santos ha venido aceptándole a las Farc en La Habana.

Esas movidas explícitas del poder nos llevan a una conclusión: el presidente JM Santos está tratando de instalar de manera insidiosa un nuevo orden político y social en Colombia. Esa instalación se hace bajo la apariencia de una “negociación de paz”. Se trata, en realidad, de un proceso mucho más ambicioso y muy antidemocrático. La sociedad no fue consultada para ello. Ella no sabe que esa operación estratégica existe, que los alcances de la negociación de paz van mucho más allá del tema de la paz. La ciudadanía es mantenida al margen de esa vasta operación, es excluida  de toda decisión y hasta es desinformada sobre lo que ocurre en La Habana.

Se trata pues de una instalación solapada de un nuevo orden, con nuevas reglas de juego, con nuevas instituciones, con nueva Constitución, y con nuevos actores políticos (las Farc y sus aparatos de superficie) los cuales llevarán la voz cantante en el nuevo sistema. El rasgo dominante de ese “nuevo país” sería algo que Colombia siempre repudió: dejar que se instale en el centro del escenario político un partido armado pero legalizado.

El gol de Timochenko es, entonces, perfecto: trasformó una negociación de paz en un pacto para cambiar de sistema, para pasar de la democracia a una democracia de imitación, y de allí a un sistema totalitario. Gracias a esa operación, las Farc no tendrán que entregar siquiera las armas sino que meses o años después (cuando se “hayan aprobado los acuerdos en las urnas”)  podrían “dejar” las armas, es decir que las ocultarían y con ellas a buena parte de sus combatientes y redes subversivas, para seguir blandiendo sobre Colombia la innoble amenaza terrorista.

Ese es el pacto escalofriante que Santos acaba de aceptar y de presentar como un paso banal dentro de un límpido proceso de paz.

En ese marco, las esperanzas de los colombianos de que las Farc sean desarmadas, juzgadas y castigadas, de que reparen a sus víctimas, de que retiren las minas antipersonales que han sembrado, de que entreguen sus secuestrados, entreguen sus cultivos y depósitos de drogas y desmantelen sus redes infiltradas en las distintas esferas de la sociedad, se han esfumado.

La negociación en La Habana no busca  un desenlace en el que las Farc se desmovilizan, se desarman y acogen las reglas de la democracia. Se está erigiendo allí, a espaldas del pueblo, un nuevo orden social y político anti liberal y anti democrático: con los peores jefes terroristas del país blanqueados y entronizados en el centro de mando, con un poder ejecutivo que controla cada detalle de ese proceso de ruptura y que somete a los otros poderes. 

Si la justicia legitima tales horrores el Estado de derecho habrá muerto. El panorama de una oposición aplastada y de unas “nuevas” fuerzas armadas descabezadas, sin orientaciones y recursos, no es, lamentablemente, quimérico. El proceso “de paz”, tal como va, desembocará, como lo dicen las Farc, en una “reducción” de la fuerza pública. Pues la perspectiva (no dicha) es transformarlas en un “ejército popular”. Al final de eso, Colombia habrá sido transformada en un vasallo de Cuba.
Esa operación anti-colombiana está siendo mostrada a la opinión como algo excelente, como una “ampliación de la democracia”, como la única vía hacia “una Colombia más segura” y “más democrática”, para citar las frases utilizadas el pasado 8 de septiembre por el negociador de JM Santos en La Habana,  Humberto de la Calle.

El problema es que los colombianos, si bien quieren la paz, es decir la paz en democracia (y no una paz sin democracia), no quieren la salida que están preparando en La Habana. La mayoría de los encuestados dice que  no están dispuestos a aceptar que se sacrifique la justicia para llegar a un acuerdo de paz.  El 78% de los encuestados dice rechazar la participación política de las Farc. Solo una ínfima minoría estima que otorgar la impunidad a los crímenes de las Farc favorecerá la paz.
Para pasar por encima de esa voluntad popular genuinamente democrática  el régimen tendrá que emplear la fuerza.  La fuerza y el engaño. Hasta hoy ha empleado lo segundo. Pero no podrá pasar a la fase final sin acudir a la fuerza. Las operaciones judiciales contra el uribismo muestran que estamos entrando ya en la fase avanzada.

Ahí es donde se explica el nombramiento de Alfonso Gómez Méndez. El polémico jurista, ex Fiscal General de la Nación, es acusado por guerrilleros desmovilizados de ser un agente de las Farc en el campo judicial y político. Nadie hasta hoy ha demostrado que esas acusaciones son falsas. La hostilidad de Gómez Méndez contra  las Fuerzas Armadas es conocida. Durante su paso por la Fiscalía, ese instituto se llenó de funcionarios muy dudosos. Alfonso Gómez Méndez será el encargado de mover los hilos para que el aparato judicial acepte el rol de verdugo de la oposición y de los militares. Otra tarea será hacer potables los acuerdos sobre la impunidad que están elaborando en Cuba. Para ello serán empleados los medios más audaces. La actuación de Gómez Mendez habrá que seguirla con lupa.
Pero la sociedad colombiana no está muerta. Ella conserva una cierta capacidad de respuesta ante los abusos. Las huelgas  agrarias de las semanas pasadas, a pesar de su carácter ambiguo,  demuestran eso. Hubo en esas huelgas una auténtica  expresión de cólera popular ante el desgreño santista. Pero hubo también esfuerzos de infiltración de parte de la subversión que los líderes genuinos del agro no lograron frenar.

Todos los dominós están  en su lugar y sólo falta un impulso seco para que comience el derrumbe. ¿Dejaremos que eso ocurra?


domingo, 22 de septiembre de 2013


N de la R: Es interesante analizar este largo artículo bien sustentado, para establecer la estrategia de las farc con el partido comunista colombiano para instalarse en el poder, imponiendo la dictadura del proletariado, a través de la política porque con las armas no fueron capaces. Y el mejor mecanismo es, si nos dejamos, implantar la Asamblea Nacional Constituyente que pregonan las farc desde La Habana y el PCC desde sus foros instalados especialmente en la Universidad Nacional. No podemos dejar que esta pretensión se convierta en realidad. Invitamos a leer y analizar este importante artículo para el futuro de Colombia.


Hacia la instauración del totalitarismo marxista en Colombia

Carlos Romero Sánchez
Periodismo Sin Fronteras, 17/09/2013

En Colombia, desde hace años atrás  -en especial en épocas de “acercamientos” con bandas terroristas marxistas y no con sus partidos- comenzó a tomar fuerza una curiosa leyenda urbana: las FARC están engañando a los colombianos. Sus más fervientes divulgadores pregonan que las FARC -lastimosamente dejan de lado al partido que las creo- no dicen al pueblo colombiano cuáles son sus verdaderos objetivos. Los altavoces de dicha leyenda pululan en las redes sociales y aparecen en los diversos programas de opinión hablando acerca de los “diálogos”, “conversaciones”  o “negociaciones” de paz. Con la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente lanzada con fuerza en los últimos días desde la isla-laogai por la banda narcomarxista ha vuelto a surgir el tan mentado engaño de las FARC. ¿Es la Asamblea Nacional Constituyente una propuesta que los comunistas sacaron a última hora del cubilete y que hasta ahora había sido expuesta a los colombianos?

Desde el inició de la colaboración del gobierno Santos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Partido Comunista Colombiano, FARC-PCC –los llamo así no porque las FARC sean algo diferente del PCC, sino porque esa banda es parte constitutiva de ese partido marxista, su brazo armado, y no son dos grupos distintos como lo ha instaurado la izquierda y la misma cúpula del PCC- reiniciaron con la idea de imponer una Asamblea Nacional Constituyente.

Cuando fue pactado el “acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” el 26 de agosto de 2012 -con las firmas de representantes del Gobierno de Colombia;  de representantes de una de las filiales del Foro de Sao Paulo en Colombia, las FARC-PCC; del Gobierno del Noruega y por la dictadura comunista de los Castro- las partes acordaron los “mecanismos de refrendación de los acuerdos”. Aunque no quedaron explícitos, pronto los voceros comunistas lanzarían, de nuevo, cuales iban a ser los mecanismos –ojo, utilizan el plural- para refrendar los “acuerdos”. No olvidemos, la palabra refrendar es importante.

Con el comienzo de la colaboración del Gobierno Santos con el totalitarismo marxista, las FARC-PCC divulgaron en sus diversas páginas web unos pequeños escritos que titularon “Reflexiones sobre la agenda de La Habana”. Uno de ellos, el número ocho, publicado el 15 de enero de 2013, asevera que los aportes que llegan a la “mesa de Conversaciones” proceden de diversa vías “las cuales deberán ser ampliadas para garantizar la más activa participación y decisión de la población colombiana, pues insistimos en que es el soberano quien deberá darle dinámica, construcción y legitimidad al proceso de paz hasta llegar a un acuerdo sensato, de beneficio nacional, que deberá ser refrendado por una Asamblea Nacional Constituyente” (1). Al momento, el presidente Santos objetó que los acuerdos fueran refrendados en una Constituyente. Su ministro de Interior, Fernando Carrillo, avaló lo dicho por Santos y afirmó que un “referendo aprobatorio” o una “consulta popular” serían los mecanismos para refrendar los acuerdos.

Con la negativa presidencial las FARC-PCC replicaron en la siguiente “reflexión”, la número nueve. Publicada el 18 de enero de 2013 reiteraron la necesidad de una Constituyente: “Dice Juan Manuel Santos que por nada del mundo habrá constituyente. Por fin se acordó del sexto punto de la Agenda, el que quieren desconocer junto con la introducción. Lo pactado es encontrar entre las partes mecanismos de refrendación, sin olvidar la soberanía popular. Una constituyente es perfecta para ello. ¿Por qué la niega el presidente Santos? Y coincidimos, hace parte de la discusión” (2). Y desde La Habana en una rueda de prensa celebrada a finales de enero de 2013 Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’, insistió que el “único camino a la paz es una asamblea constituyente pese a lo que dice el Gobierno”.
En su momento esas menciones a una Asamblea Constituyente no generaron mucha controversia y pasaron desapercibidas. Pero ¿estos han sido los únicos llamados de las FARC-PCC acerca de una Asamblea Nacional Constituyente? En Junio de 1989 la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, CGSB, la cual era manejada por el PCC-FARC e incluía a diversas bandas terroristas marxistas, sacaron a la luz pública un comunicado acerca de las conclusiones que habían llegado en su cuarta “cumbre”. En dicho documento la CGSB emplazaba a la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. El grupo criminal que ganaría con esa Asamblea sería el M-19.

Desde otras “formas de lucha” se ha venido gesticulando sobre la presunta necesidad de una nueva Asamblea Nacional Constituyente. En el año de 1999 Carlos Lozano Guillén, director del órgano de propaganda del PCC-FARC, Voz, y miembro del comité central de ese partido, publica el libro ¿Cómo hacer la paz?, reflexiones desde una posición de izquierda. Ese libro trae aspectos interesantes. Nos recuerda Carlos Lozano que en 1980 el XIII congreso del PCC concluyó que la solución al “conflicto interno” es la “salida política” o, lo que otros llaman, la “solución política al conflicto”. Esas mismas palabras las utilizan con frecuencia los cabecillas de las FARC. También nos dice Lozano que para los comunistas el diálogo es una forma lucha para alcanzar la paz o poner fin al “conflicto armado”.

Para ellos, terminar con el conflicto o alcanzar la paz es “acabar con las causas que lo generaron”, es “la solución de los problemas que han generado la confrontación”, y sólo así comenzará “la paz estable y duradera” (3). Eso es nada menos que la explicación marxista de que hay unas causas objetivas que generan la pobreza y que al no ser solucionadas la violencia pasa hacer el sucedáneo para reclamar esas soluciones. Dicha explicación ideológica es el sustento moral con que se han justificados los crímenes de las diversas bandas terroristas marxistas, para luego ser presentadas como acciones heroicas. De igual manera, ha sido el sustento con que nuestros partidos marxistas han disculpado los crímenes de los regímenes comunistas y de sus máximos dictadores como Stalin, Lenin, Castro, Mao y Pol Pot entre otros. No obstante, lo que nos dice Lozano Guillén desmonta la pretendida falta de ideología de las FARC-PCC pues es pertinente recordar, aunque les disguste a muchos izquierdistas, que ese grupo terrorista es marxista. No olvidemos: sin el terrorismo es imposible la praxis del marxismo.

Otro aspecto bastante relevante del libro de Lozano de 1999 es el pedido de una Asamblea Nacional Constituyente. En una de sus páginas escribe que la “agenda común” acordada en San Vicente del Caguán para ir hacia una “nueva Colombia” deja “abierta la posibilidad de encontrar el mejor procedimiento para elevar los acuerdos a normas institucionales mediante un mecanismo de consenso como la Asamblea Nacional Constituyente”.

Parecería que las FARC-PCC estarían fincadas solamente en la Asamblea Nacional Constituyente. Dejemos que sean los mismos comunistas-terroristas quienes nos resuelvan el enigma. En el 2001 y 2006 fueron publicados dos libros. El primero:FARC, el país que proponemos construir y el segundo: ¿Guerra o paz en Colombia? Cincuenta años de un conflicto sin soluciones, que es una ampliación del libro de 1999. Veamos el primero: enmarcado dentro del fallido proceso de colaboración del Gobierno Pastrana con las FARC-PCC en el Caguán, Carlos Lozano no se presenta como el autor del libro sino como un analista creyendo que con eso hace una separación entre el PCC y las FARC; no obstante, con el correr de las páginas, tanto Lozano como las FARC se van fundiendo en uno solo.

En el capítulo quinto intitulado “la solución política” –como concluyó el XIII congreso del PCC- dice lo siguiente: “La Asamblea Nacional Constituyente es el punto de llegada del proceso de paz. A ésta se someterán los acuerdos de paz logrados y derivados de la discusión de la ‘Agenda Común’”. Y prosigue: “Aunque es preferible la Constituyente y es la que se le hace más énfasis en el informe [de la comisión de Notables], se da la opción del referendo como una alternativa válida si así lo prefieren las partes”. Interesante, las FARC-PCC no descartan el referendo. Empero, insisten que “la paz”, como los comunistas la conciben, pasa “por una Constituyente ampliamente democrática y representativa de la nación, que refrende los acuerdos firmados en la Mesa de Diálogo y Negociación”. E invitan a “todos los sectores de la nación a jugársela toda por ella [la Constituyente]”. (Cursiva mía).

El libro también incluye la “recomendación de la comisión de notables a la mesa de diálogo y negociación”. Compuesta por Carlos Lozano Guillén, Vladimiro Naranjo y Alberto Pinzón Sánchez, en el punto cuatro “recomiendan” que el Gobierno Nacional se comprometa a impulsar una Asamblea Nacional Constituyente. En el punto cinco “recomiendan” que la “Mesa [de negociación] estudie la posibilidad de optar por la alternativa de convocar la Asamblea Constituyente o la de convocar, en su defecto, un referendo popular”. Y persisten en el punto nueve que “se entienda el acto de convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente o, si es el caso, el del referendo, como la culminación del actual proceso de diálogo y negociación”. El PCC-FARC no desecha el referendo. Tampoco JM Santos: lo prefiere.
Pero sigamos leyendo para que otros menesteres sirve la Constituyente y/o el referendo pro totalitario: “A la Constituyente se llegara con un acuerdo de paz, por eso se recomienda que en ese momento las FARC depongan las armas (no entregarlas no desmovilizarse, eso debe quedar claro), que es el compromiso de no usarlas”. Al respecto “los notables” en el punto doce  “recomiendan” que “en el entendido de que la convocatoria a la Asamblea Constituyente, o al referendo si se opta por esta vía, significan –como se señala en el punto 9 de este documento- la culminación del proceso de diálogo y negociación, una vez acordada aquella e iniciado el proceso para su conformación, las FARC-EP depongan las armas”. Además de insistir en la Constituyente renuevan sus votos por el referendo. Por otra parte, por enésima vez, las FARC-PCC nos dicen que no se desmovilizarán, ni entregarán armas, sino que no van a “usarlas”. Eso es lo que ahora han llamado la “dejación de armas”. Ya volveremos sobre ese punto.

Un antiguo pistolero de las FARC-PCC también alza su voz a favor de una Constituyente o un referendo. En el libro Qué, cómo y cuándo negociar con las Farc del 2008, Alfredo Rangel, Yezid Arteta, Carlos Lozano y Medófilo Medina, cada uno con un escrito, disertan sobre las “negociaciones de paz”. Yezid Arteta Dávila, alias ‘Joaquín Posada’, ex cabecilla del frente 29 de las FARC, quien hoy está en España y es un incondicional del teórico marxista Antonio Gramsci, escribe: una “Asamblea Nacional Constituyente, como proponen las Farc y otros sectores políticos, no es una idea descabellada; por el contrario, es el camino para llegar a un pacto social que requeriría, para su legitimidad, la confirmación de la ciudadanía a través de una consulta o referéndum”.

El 2 de febrero de 2013 otro amigo de las FARC-PCC y en su momento del M-19, Álvaro Leyva Durán, escribió para el diario El Tiempo un especial acerca de las “conversaciones” de paz entre Santos y los comunistas. Publicado en la página 26, al poco tiempo que alias ‘Jesús Santrich’ propusiera la Constituyente y Santos se negara, Leyva Durán estima que una “Asamblea Constituyente es el único vehículo constitucional capaz de aprehender y conocer de la responsabilidad de Estado”. Esa Constituyente, prosigue Leyva, “deberá revisar la estructura del Estado (nadie va a tocar el Estado Social de Derecho) y el ordenamiento territorial”. Y servirá para tocar “los asuntos acordados en La Habana para que se estudien, se aprueben unos, se mejoren otros o se rechacen algunos”. Leyva se va por las ramas: al principio, para que no quede como un mandadero de las FARC-PCC, nos dice primero que la Constituyente sería pare revisar la estructura del Estado para luego meternos el embuchado de que una vez convocada la Constituyente se aproveche para para “estudiar” lo acordado en La Habana.
Lo citado hasta el momento muestra con claridad como las FARC-PCC  proponen, sin ambages, una Asamblea Nacional Constituyente. Por otro lado, muestra que esa pretensión no es nueva. No hay tal engaño. Aunque ellos tienen preferencia por la Asamblea, el referendo lo ven con buenos ojos.

Lamentablemente, en octubre de 2006 el entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, dio vía libre para una Asamblea Nacional Constituyente con las FARC-PCC con previa, hágame el favor, “dejación de armas” (4). Por fortuna, no hubo tal Asamblea.

No dejemos de lado otros aspectos que salieron a flote con las citas del libro FARC, el país que proponemos construir de 1999: la “dejación de armas” y la no desmovilización. Eso es totalmente coherente con las declaraciones que ofreció Jesús Emilio Carvajalino, alias ‘Andrés París’, al diario caleño El País en junio de 2013. El cabecilla dejó en claro al enviado especial del matutino vallecaucano en La Habana que las FARC no se desmovilizaran ni entregarán las armas, sino que las “armas se silencian” (5).

En absoluto contradice el Acuerdo General firmado por el Gobierno Santos con los terroristas marxistas. En el punto tres intitulado Fin del conflicto en el inciso dos dice claramente: “dejación de armas”. No dice entrega de armas. Y qué es la dejación de armas. Nos lo explica Rodrigo Londoño Echeverry, alias ‘Timoleón Jiménez’ o ‘Timochenko’, en una entrevista recogida en el recientemente lanzado libro La paz sí es posible de Carlos Lozano Guillén (6). Prologado por Piedad Córdoba, el cabecilla de las FARC es entrevistado en septiembre de 2012 por Carlos Lozano. Allí ‘Timochenko’ nos advierte que la dejación de armas “consiste en la abolición del empleo de la fuerza, de la apelación a cualquier tipo de violencias, para la consecución de fines económicos o políticos. Es un verdadero adiós a las armas”. Carlos Lozano le responde a María Jimena Duzán en una entrevista recogida en el mismo libro: “Yo creo que antes de la desmovilización tiene que haber un acuerdo producto de un diálogo. La dejación de armas debe ser consecuencia de ese diálogo. No al revés”. (Cursiva mía)

Sería ingenuo creer que Lozano Guillén plantea la desmovilización. En absoluto. Así lo deja saber en el mismo libro a Pedro Nolasco Présiga, corresponsal de Voz en Bélgica: “creer que se puede llegar a la paz sobre la base de desmovilizaciones de la insurgencia, de una suerte de paz gratis, de la idea vana que se ha acariciado durante muchos años, de llevar doblegada y derrotada a la guerrilla a una mesa de diálogo, es sencillamente anticipar el fracaso, la frustración de un nuevo esfuerzo”. En otra entrevista publicada en el mismo libro Lozano afirma que si “el Gobierno cree que el diálogo es para negociar la rendición de la insurgencia, perderá el tiempo”. Y para que no quede duda, Carlos Lozano subraya que la “‘oferta generosa’ de desmovilización a cambio de beneficios jurídicos no es funcional para resolver un conflicto de génesis política, económica y social de más de medio siglo”.

Lo increíble de todo esto es que el presidente Santos también habla de “dejación de armas”. En su alocución del 4 de septiembre de 2012 acerca de lo firmado en el “acuerdo de La Habana”, el colaboracionista Santos nos dice: “El tercer punto es el fin mismo del conflicto armado. Esto incluye la dejación de armas y la reintegración de las FARC a la vida civil, junto con todas las medidas del Gobierno para dar garantías al proceso de terminación” (7). De igual manera lo dice Humberto de Calle  en su alocución desde Hurdal, Noruega, el 18 de octubre de 2012, al afirmar: “Esa agenda [la de La Habana] es un buen instrumento para la terminación de la fase 2. Ese día habrá terminado el conflicto armado, habrá dejación de armas y comienza la fase de cumplimiento simultáneo de las obligaciones” (8) (Cursivas mías).

Desde los nefastos “diálogos” de paz –la colaboración- del Gobierno conservador de Belisario Betancur (1982-1986) con las bandas terroristas marxistas, las FARC-PCC han sido claras en que no se desmovilizarán pues su pretensión es imponer el socialismo. Así lo aclaró uno de los cabecillas históricos de las FARC-PCC Luis Alberto Morantes Jaimes, alias ‘Jacobo Arenas’, en su libro Cese al fuego de 1985, y lo han seguido reiterando, como hemos leído, hasta el día de hoy: entonces ¿Cuál es el engaño del PCC-FARC?

La concordancia entre PCC y FARC vuelve a manifestarse en el pronunciamiento que ha hecho el PCC frente a la Asamblea Nacional Constituyente. Del 17 al 19 de mayo de 2013 el comité central hizo una reunión. Uno de los temas que se abordaron fueron los “diálogos” de La Habana. En su órgano de propaganda del 22 de mayo de 2013 en la página 9 expresaron: “El Partido Comunista Colombiano se pronunció en favor de la Asamblea Nacional Constituyente”. Y acentuó que “la tarea fundamental [del PCC] es respaldar el proceso de La Habana, exigir la apertura de diálogos con el ELN y EPL y exigir la necesidad de una [Asamblea Nacional] Constituyente para refrendar los acuerdos”. (Cursiva mía). Y en esa misma edición de Voz los del PCC publicaron el folleto de su brazo armado intitulado 100 propuestas en La Habana. La última propuesta, la cien, lleva el título de Asamblea Nacional Constituyente y dice que “se hace imperiosa la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, como mecanismo de refrendación y diseño definitivo de la nueva política de desarrollo rural y agrario integral para la democratización y la paz con justicia social”. (Cursiva mía).

No nos dejemos engañar cuando los marxistas de cualquier secta hablan de democratización. Para ellos, la democracia es la dictadura totalitaria de su respectivo partido y la anulación total de cualquier oposición. A la semana siguiente, el PCC divulga en su órgano de propaganda, en edición del 29 de mayo de 2013 en la página 11, la declaración oficial donde respalda los diálogos de la Habana y la refrendación de los acuerdos mediante una Asamblea Nacional Constituyente.

Para lograr que la Constituyente comience a calar en ciertos sectores de la sociedad colombiana las FARC-PCC han creado las “constituyentes regionales”. La declaración del pleno del comité central del PCC informa que las “constituyentes por la paz” o “regionales” son alentadas por Marcha Patriótica.
Voz del 18 de abril de 2012 publica las directrices políticas de ese movimiento de obediencia comunista. En la página dos de la separata dice que Marcha Patriótica defiende la “solución política del conflicto social armado” –tal como concluyó el XIII congreso del PCC en 1980- y manifiesta  su “compromiso” de impulsar la “realización de constituyentes regionales y locales y de una Asamblea Nacional de constituyentes regionales y locales por la solución política y la paz”. Además de instigar la agitación, uno de los objetivos de esas “constituyentes regionales” es abogar por la construcción de la “asamblea nacional de constituyentes regionales por la paz con justicia social” y por la “solución política”.

Lanzadas el 20 de febrero de 2013, Vozentrevistó, para la edición de ese mismo día, a Andrés Gil, uno de los responsables de las “constituyentes regionales” y, a la vez, miembro de Marcha Patriótica. Reiteró Gil qué las “constituyentes regionales” propugnan la “solución política” y defienden los “diálogos” de La Habana. En el lanzamiento de las “constituyentes regionales” estuvieron como invitados de honor Iván Cepeda Castro, Ana Teresa Bernal, Ángela Robledo, Piedad Córdoba, Carlos Lozano y Lisandro Duque. En el acto de lanzamiento, el alcalde Bogotá, el ex terrorista marxista Gustavo Francisco Petro Orrego, alias ‘comandante Aureliano’, -quién no ha sometido a crítica su pasado- envió un mensaje por intermedio de Ana Teresa Bernal dando la bienvenida a las “constituyentes”. Publicado en Voz del 27 de febrero de 2013 en la página ocho, dijo: “Las constituyentes son el mejor escenario para construir un mejor país”. Y agregó que en medio de esta coyuntura, las “constituyentes se pueden convertir en el mejor escenario de construcción social del país”.

Volvamos a preguntar: las FARC-PCC nos están engañando. A mi juicio, no. Como hemos leído, los comunistas nos dicen abiertamente sus propósitos. Por otro lado, para tener una mejor comprensión del objetivo último del PCC-FARC debemos tomar en cuenta un dato importantísimo que desgraciadamente se ha dejado de lado: la ideología. Repitámoslo: las FARC-PCC son una organización marxista. Desechar este aspecto fundamental se puede prestar a equívocos y al surgimiento de leyendas urbanas como aquella del supuesto engaño de los comunistas. Tanto la teoría del “conflicto armado interno” como la de la “amenaza terrorista” desechan la ideología marxista. El objetivo de toda organización marxista es la construcción del comunismo, es decir, de una sociedad carcelaria donde la represión, el terror, el empobrecimiento económico y social son los retoños habituales de esa ideología. 
Llegar a ese objetivo es la meta de las FARC-PCC y del Foro de Sao Paulo sin importarles si lo hacen con métodos pacíficos o violentos. Desde luego, el terrorismo marxista es monstruoso pero lo más espeluznante no son los métodos sino el tipo de sociedad que nos quieren imponer las diversas sectas marxistas, en este caso, el PCC-FARC.

Esa misma ideología, el marxismo, hace que el cabecilla Jorge Torres Victoria, alias ‘Pablo Catatumbo’, se presente en la primera página de Voz del 12 de junio de 2013, en una entrevista que le hizo su camarada Carlos Lozano, como: “también soy víctima”. El marxismo culpabiliza de todos los males de la humanidad a una minoritaria “clase explotadora” que ha obstaculizado la sociedad sin clases y sin odios a una mayoritaria “clase explotada”. Esa visión esencialista de la historia hace que cualquier acción de la “clase explotada”, para derribar los obstáculos que impiden la felicidad absoluta, sean catalogados como acciones de unas víctimas expoliadas a lo largo de los siglos que están “luchando” por la emancipación de la humanidad. No hay ninguna culpa: siempre serán víctimas de la “clase explotadora”, es decir del 99% de los colombianos y de quienes no se ajustan a la visión marxista.

Ahora preguntémonos: por qué las FARC-PCC abogan por una Asamblea Nacional Constituyente. Sobre la preferencia de los comunistas latinoamericanos –sin importar sin son maoístas o de cualquiera de las vertientes de esa ideología criminal- por la Constituyente lo explica de manera acabada el venezolano Alejandro Peña Esclusa en su muy recomendable libro El foro de Sao Paulo, una amenaza continental.  Según el escritor venezolano, tras el fracaso de la toma del poder por la lucha armada, los marxistas optaron por “condenar” la violencia y, al mismo tiempo, seguir demoliendo la democracia desde el interior de las instituciones democráticas valiéndose de las libertades que ofrece la sociedad abierta. Y uno de los mecanismos expeditos en el cual no hay violencia física –pero sí  la estigmatización y el terrorismo intelectual- para hacer una nueva constitución al acomodo del Foro de Sao Paulo y así darle entrada triunfal al comunismo es la Asamblea Nacional Constituyente. De esa manera lo hizo Hugo Chávez al llegar al poder en Venezuela y lo han copiado con bastante éxito otros miembros del Foro de Sao Paulo como Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y lo intentó Manuel Zelaya en Honduras. Peña Esclusa explica que países como la Argentina de los Kirchner, el Uruguay de Vásquez o el Brasil de Lula la Constituyente no se ha convocado porque las circunstancias no lo han permitido. No obstante, cuando ganaron las elecciones han hecho todo lo posible para que sus partidos mantengan el poder.

Y en Colombia estamos ad portas de la instauración del totalitarismo marxista gracias al colaboracionismo del presidente Juan Manuel Santos. Ya sea por medio de una Asamblea Nacional Constituyente o por un referendo, la vía blanda hacia la dictadura está haciendo camino en nuestro país. Esa dictadura tiene un nombre: comunismo. Dejemos de lado ciertos eufemismos que se escuchan por ahí: el castro-madurismo o el castro-chavismo pues ¿si en Cuba llega al poder alguien de apellido García que siga al pie de la letra al Foro, entonces estamos ante el garcía-madurismo? Sugiero claramente que llamemos a ese régimen por su nombre: comunismo.

Con toda seguridad las FARC-PCC se la van a jugar toda por la Constituyente, pero no caigamos en la trampa de que el referendo es mucho mejor. Con los totalitarios no hay que pactar, menos con los que aún beben de las aguas negras de la ideología asesina.

Para terminar, Voz informó en la página 16 de su edición del 23 de enero de 2013 la entrada de Marcha Patriótica como miembro del Foro de Sao Paulo. Además, Marcha Patriótica apoya irrestrictamente una Asamblea Nacional Constituyente (9).
                                                                                  

martes, 17 de septiembre de 2013

EL PRESIDENTE SANTOS

¿Cómo inventar un presidente?
Por: YOLANDA REYES |El Tiempo
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/yolandareyes/IMAGEN/IMAGEN-12325117-1.jpg
Yolanda Reyes
Como algo sé de narrativa, me puse a pensar que si quisiera crear un rey o un presidente de ficción, jamás tomaría de modelo a Santos.
La explicación que atribuye la caída de popularidad de Santos a su negación del paro agrario no parece convincente en este país con tendencia a la evasión. A Uribe, que negó obsesivamente la existencia del conflicto armado y que solía llamar emigrantes a los desplazados, por no mencionar su renuencia a aceptar los mal llamados ‘falsos positivos’, el país lo premió con su fervor en las encuestas. Por eso prefiero suscribir otra hipótesis de moda que asocia la baja de popularidad presidencial con lo que se denomina “falta de narrativa”. “No construyó una narrativa que atravesara su mandato e identificara su gestión”, afirmó la revista Semana.

Como algo sé de narrativa, me puse a pensar que si quisiera crear un rey o un presidente de ficción, jamás tomaría de modelo a Santos, por una sencilla razón: no hay una mínima coherencia entre lo que el personaje piensa y dice, y lo que hace. Y eso lleva a que el lector o el público o el pueblo –o como quiera que se llame– no le crea. O, para decirlo en un lenguaje narrativo, el personaje no resulta verosímil.
Ilustrémoslo con un ejemplo: para inventar un personaje presidente hay que esbozar ciertas líneas: ¿autoritario o demócrata; alto o bajo; liberal o conservador; de izquierda, de centro o de derecha; neoliberal, populista, alternativo...? Aunque uno crea en lo contradictorio y mutable de la condición humana, como se permite en toda narrativa, es necesario elegir ciertas tendencias, y las acciones del personaje deben tener alguna relación con las líneas de su carácter.

Examinemos ahora, con otro ejemplo, las relaciones causa-efecto que estructuran nudos narrativos: el personaje afronta una crisis de gobernabilidad severa que lleva al país al borde de la anarquía. La consecuencia de la crisis, a manera de escarmiento –como sucede en las narrativas palaciegas–, es solicitar la renuncia del gabinete ministerial y de los altos consejeros. Sin embargo, las renuncias masivas resultan ser meramente “protocolarias” y pese a que los índices de popularidad presidencial han bajado a la quinta parte, él saca del Gobierno a 5 de sus 15 ministros. (En realidad, saca solo a 3, como veremos enseguida.)

Y aquí viene lo más inverosímil: al Ministro del Interior, responsable directo de los desafueros vividos en el reino, lo saca del cargo y, como sanción ejemplarizante, lo manda ¡de embajador a España! Al Ministro de Minas, otro responsable de los paros actuales, a quien había tenido que rebajar a ese cargo por haber sido responsable de otra grave crisis ocurrida un año atrás, cuando se desempeñaba como ministro del Interior, lo premia con la embajada de Francia, país en donde también planea vivir su novia, una alta consejera palaciega, a quien el Presidente acepta la renuncia.

En cuanto al Ministro de Agricultura, el Presidente no le ofrece ninguna recompensa, pues no la merece por su responsabilidad en el paro agrario. Sin embargo, para recuperar la confianza de los campesinos, lo reemplaza por el antiguo gerente de Indupalma, una empresa cuyo sindicato de trabajadores ha sido prácticamente acabado por sustracción de materia: 6 presidentes han sido asesinados –4 de ellos durante la gerencia del nuevo ministro– y cerca de 100 trabajadores, “desaparecidos”.

Ese ministro, a quien se le asigna la tarea de convocar a los campesinos como agentes fundamentales para hacer un Pacto Nacional Agropecuario forma parte del nuevo equipo llamado ‘Gabinete para la Paz y la Unidad’, con el que el Presidente intenta dar un contundente golpe de opinión para recuperarse en las encuestas. Como personaje, coincidirán conmigo en que parece flojo. Y como Presidente, bueno... quizás le falta coherencia... ¡narrativa!}

Yolanda Reyes


lunes, 16 de septiembre de 2013

PARA DÓNDE VAN LA FARC?

- Plinio Apuleyo Mendoza


Si el Gobierno llegara a aceptar las condiciones que pretenden, las Farc tendrían abierto el camino del poder a la manera patentada por Chávez.

Sí, ¿para dónde van? El Gobierno cree saberlo. Y muchos colombianos, detrás de él, piensan que las Farc, severamente golpeadas, pueden aceptar el fin del conflicto armado si son eximidas de castigos penales y si tienen opción de llegar al Congreso con sus ‘Timochenko’ e ‘Iván Márquez’ a la cabeza.

Se trata, creo yo, de una ilusión engañosa. Las Farc van mucho más lejos. Desde hace algunos años, y por inspiración de ‘Alfonso Cano’, se han trazado una exitosa estrategia política que compensa de sobra los golpes sufridos por ellas en el campo militar. El punto de partida de esta estrategia fue su llamado Plan Renacer. Descarta la toma del poder por la vía de las armas para sustituirla por otra, secreta y más eficaz, que es la captura del Estado, lograda en el continente por movimientos de su mismo perfil ideológico ligados al socialismo del siglo XXI.

El papel fundamental de esta estrategia no gravita ya para las Farc en su aparato armado, sino en estructuras políticas clandestinas como el PC3 y el Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia (MB), transformado ahora en la Marcha Patriótica. No olvidemos que estos sigilosos brazos políticos les han permitido a las Farc una hábil infiltración en el Poder Judicial, los sindicatos, las universidades y las comunidades indígenas. Peligrosa realidad ignorada por la opinión pública y hasta por el propio gobierno.

Ahora bien, el punto culminante de esta nueva estrategia es precisamente el actual proceso de paz. En torno a él hay algo inquietante. Las fuerzas democráticas del país se encuentran divididas en un candente debate que no les permite ver las secretas cartas de las Farc. De un lado se ubican quienes consideran moral y legalmente imposible dar indulto y participación política a los responsables de crímenes de lesa humanidad. Y del otro lado, el Gobierno y los partidos que lo apoyan, para quienes una justicia transicional (con extrañísimos subterfugios jurídicos capaces de eximir reales penas) es la única vía para poner fin al conflicto armado.

 ¿Se conformarían las Farc con el indulto y curules en el Congreso? No seamos ingenuos. Alfredo Rangel, en un cuidadoso estudio, muestra todas las estrategias que están aplicando las Farc en La Habana. Por una parte, pretenden modificar las estructuras de poder regional a través de un nuevo mapa productivo, con limitaciones a los TLC y a la explotación minera, y sobre todo con la creación de zonas de reserva campesina bajo su control. A tales iniciativas buscan darles soporte con los llamados foros temáticos y asambleas populares integradas por organizaciones bajo su influencia.

Finalmente, su más peligrosa petición, vista como culminación del proceso, sería una posible reducción de nuestras Fuerzas Armadas a tiempo que las Farc dejan en veremos la entrega de sus armas. Lo que buscan, pues, es en definitiva una fuerza igual a la del Estado.

Si el Gobierno llegara a aceptar tales condiciones, las Farc tendrían abierto el camino del poder a la manera patentada por Chávez. Con estos nuevos instrumentos en su mano, que fortalecerían su presencia en todas las regiones del país, tan solo les bastaría para lograr su máximo objetivo una coyuntura electoral favorable. Y, cuidado, pueden tenerla el próximo año. Si el candidato uribista es Pacho Santos (el de mayor opción en las encuestas internas), la pugna entre él y su primo Juan Manuel dejaría apático a un amplio sector de la opinión pública, circunstancia muy favorable para un candidato único de la izquierda. Y por tranquilizadora que fuera la imagen de este último, detrás suyo estarían todos los amigos de las Farc, además de los Maduro y los Castro. Sería para ellas un camino abierto hacia el socialismo del siglo XXI. 
Bonito fin del conflicto armado, ¿verdad?


domingo, 1 de septiembre de 2013

CONFLICTO INTERNO

LECCIONES DE UN PARO


Autor: Mayor General EDUARDO SANTOS QUIÑONES
Fecha: 01/09/2013

Los recientes hechos sucedidos en nuestro país, nos hicieron remontar a los del 16 de Marzo de 1781 en el Socorro (SS); en efecto, una revuelta iniciada por nuestra heroína MANUELA BELTRÁN en poblaciones vecinas dados los abusos en alza de impuestos contrajo la INSURRECCIÓN COMUNERA, teniendo que intervenir el Gobierno Virreinal con acuerdos para evitar que las marchas llegaran a Santafé de Bogotá. Estos como se sabe fueron traicionados y el descontento general se transformó en una de las causas visibles de la Independencia. Quedó una primera lección: El PODER no puede estar nunca por encima de la voluntad POPULAR.

El PARO AGRARIO en el país estaba anunciado desde tiempo atrás y lo lógico como lo manifesté en un escrito anterior, era que el Gobierno tomara todas las medidas previsivas, pero no fue así: aparecieron entonces los primeros INSURRECTOS en el Municipio de UBATÉ tierra lechera por excelencia y muy visitada por la comunidad y turistas en general. Acto seguido hizo presencia la Fuerza Pública, pero faltaba “la chispa” (¿o florero de LLORENTE?) que incendiara los ánimos; la frase fue ni más ni  menos Presidencial: “EL PARO AGRARIO NO EXISTE“. La comunidad boyacense  tan poco acostumbrada a alzarse contra el Gobierno lo hizo en su conjunto y el “INEXISTENTE PARO “floreció de inmediato en Cundinamarca, Nariño  y otros sitios del país dándose paso a una grave situación Nacional.

Hace más de seis meses titulé un escrito “HABLAR PARA PENSAR O PENSAR PARA HABLAR“a raíz de una cumbre de Alcaldes llevada a cabo en Cartagena en donde se disipaba un ambiente hostil. El Presidente sorprendió al Auditorio al manifestar que podría aspirarse a una REELECCIÓN por dos años, argumentando que así todos los períodos Presidenciales pasarían a seis años; el alborozo cundió cuando el Presidente del Congreso dijo que eso era para TODOS. Los Alcaldes regresaron a sus  Municipios felices pero con el mismo costal de quejas sin solución. Lo expresado por el Presidente a todas luces era inconstitucional pues no había tiempo para la realización de ocho debates y no se analizó que nuestra Constitución no aguanta más retazos ni manipulaciones para satisfacer apetitos burocráticos; tampoco se tuvo en cuenta el daño que se causaría a la Institucionalidad.  Sucedido el hecho ROY BARRERAS ( Presidente del Congreso ) dijo que la medida era “ absurda “ y a su turno el Jefe de Estado recapacitó y dijo “ pensé equivocadamente “.

Pues otra vez en el caso que nos ocupa hubo equivocación , a punto tal que tuvo que desplazarse a Tunja para minimizar el alcance de sus palabras ; los campesinos se encargaron de demostrar que EL PARO SÍ EXISTÍA, pues había ya multitudes de personas por todas partes obstruyendo entre otras cosas las vías. El “ detonante “  fue tan fuerte que la Nación entera se  unió para apoyar a nuestros campesinos con movilizaciones pacíficas hasta la Plaza Bolívar las cuales tuvieron desenlaces fatales gracias a la infiltración del “ cartel de los vándalos “ y por supuesto de las FARC. El desenlace fue fatal no solo en cuestiones humanas sino en bienes materiales; ninguna de las dos tiene hoy precio. Lo descrito podría ampliarse, pero solo quiero sintetizar ALGUNAS LECCIONES que nos dejaron los tristes acontecimientos:

1.-A nadie se puede menospreciar; el PARO AGRARIO SÍ EXISTÍA; es más, estaba ya casi ardiendo.

2.-El Presidente representa la MAJESTAD DE LA REPÚBLICA y en consecuencia  tiene el deber de  llevarnos a buen puerto; es de humanos equivocarnos pero no en materia tan grave.

3.-En el PARO AGRARIO (o mejor ¿NACIONAL?) se advirtió un descontento casi GENERALIZADO hacia la clase dirigente y la corruptela del país. La politiquería nos tiene postrados.

4.-El Presidente advirtió que había “una deuda histórica con el campo “, cosa  que es absolutamente cierta. La pregunta es, porqué desde el inicio de su mandato no puso sus ojos en este sector tan básico para la economía?

5.- Los TLC parecen haber rebozado la copa, pues para su realización lo primero que debe tenerse en cuenta es una gran infraestructura. La gente no deja de preguntarse ¿cómo es que importamos cosas que a nosotros nos sobra? Es el caso de la papa, el arroz, leche etc. Era necesario un paro para hacer caer en cuenta que el precio de  los insumos está acabando con el campesino.

6.-El PARO AGRARIO sirvió para observar que hay un malestar SOCIAL latente que en cualquier momento se puede tornar crítico. De ahí la importancia de UN ANÁLISIS PERMANENTE DE LA SITUACIÓN NACIONAL para poder anticipar cualquier caos o pretensiones bien sea  en el orden INTERNO o EXTERNO.

7.-Una buena educación (con cultura), salud, trabajo y seguridad son indispensables en el desarrollo de cualquier País.

8.- Queda bien claro que tras de un PARO están los vándalos y las FARC que debieran proponerse sembrar PAZ para ganar adeptos. Esta fue una oportunidad que no supieron capitalizar.

9.-El pueblo está cansado de promesas, farsas, corrupción, impuestos, falta de soluciones a sus necesidades etc. De paso no ignora hacia dónde vamos…

10.-La reacción popular que acabamos de observar no es una casualidad; simplemente es el fruto de lo que se viene cosechando por esa falta de conexidad permanente de la clase dirigente con el pueblo. Hay desorientación debido a que la gente no sabe LA REALIDAD del acontecer nacional. Se está perdiendo la FE y hay desconfianza; todo parece resolverse con líos, embrollos, hervideros, hormigueros, inconformidad, ignominias y la ya famosa POLITIQUERÍA.

Para finalizar, me parece oportuno incluir una frase que me envió un compañero y amigo, escrita HACE 50 AÑOS por la filósofa y escritora AYN RAND:“Cuando adviertas que para producir  necesitas autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con influencias y favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo y que las leyes no te protegen contra ellos, sino, por el contrario , son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar , sin temor a equivocarte, que la sociedad está condenada “.